Julián García Candau
Figura histórica
Iñaqui Eizaguirre lloró recientemente la pérdida de su compañero y amigo Antonio Puchades. Antonio Ramallets recibió la noticia con idéntica tristeza. Eran los supervivientes del Mundial de Brasil de 1950. Queda, afortunadamente, Iñaqui. Aquellos jugadores tuvieron además de las virtudes futbolísticas, las humanas que les hicieron mantener su amistad durante años. No hace mucho, en Sueca, se rindió homenaje a Puchades y junto a él estuvieron Ramallets, Eizaguirre y Basora.
Ramallets fue uno de los jugadores que mantuvo amistad con futbolistas que ya para la mayoría de los aficionados significan muy poco. El tiempo fagocita figuras porque en España es mayor que en otros países la tendencia a dejar en la memoria histórica a grandes ídolos.
Ramallets fue el cancerbero de la época. Suplió en el Barça a Velasco y a Eizaguirre en la Selección. Nadie puso en duda sus excelentes condiciones. A Brasil llegó como tercero tras Iñaqui y Juan Acuña y acabó siendo titular. Aunque Brasil le marcó seis goles y Obdulio Varela le hizo uno desde lejos, porque el barro le impidió sujetar el balón, salió del torneo como figura mundial, con Puchades y Gaínza. Fue el portero ideal. No tuvo suerte matrimonialmente. Y lo acusó en la final de la Copa de Europa con el Benfica en 1961. Ramallets formó con un equipo histórico en la Selección y también en el mejor Barça de la época, el que ganó las llamadas cinco copas. Compartió alineación con Seguer, Biosca, Segarra, Bosch, Gonzalvo III, Basora, Kubala, César, Moreno y Manchón.
Posdata. Ramallets era cromo perseguido por los niños de mi época. Lo tuve repe.
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