Alfonso Merlos

Fin de la farsa

Se terminaron los mitos, los bulos, las leyendas urbanas que ha extendido y agitado la plataforma de Ada Colau. La farsa es un tipo de obra teatral que se sustenta sobre situaciones en las que los personajes se mueven de forma histriónica y extravagante. Y ésta es exactamente la pieza que han coreografiado durante meses los alborotadores de la PAH.

El drama social en absoluto es de la magnitud que se ha presentado; desde luego en lo cuantitativo; otra cosa es la incuestionable profundidad del dolor humano y la desesperación. Los desahucios consumados representan un número extraordinariamente inferior al de las ejecuciones y, en contra de lo cacareado y denunciado con poco margen para la reflexión, no han afectado precisamente a la primera y única vivienda.

No sólo eso: ¿han explicado desde este ruidoso «lobby» callejero qué ha ocurrido con los extranjeros que han regresado a su país de origen abandonando el piso? ¿Alguien se ha esforzado en hablar de las promociones inmobiliarias requisadas a la empresa deudora? ¿Se ha matizado que muchas veces se llega a un acuerdo? ¿Cuela la idea de que de forma cuasi generalizada se han tenido que emplear a fondo las Fuerzas de Seguridad para proceder a los desalojos?

La verdad es la que es, la diga Agamenón o su porquero. En este caso la dice el Banco de España, y el resultado es el desmontaje total y sin margen para la réplica del armatoste propagandístico que ha levantado un puñado de grupos radicales. No hay nada más noble que trabajar sin desmayo, con vocación y con la verdad por delante para echarle un capote a los más débiles. No hay nada más miserable que jugar con sus emociones, su desesperación. Y hacerlo desde lo alto de una montaña de mentiras.