Gaspar Rosety

Fútbol y femenino

La Razón
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Es una de las características más acentuadas de las personas con mala fe, que suelen aparecer para criticar en las derrotas y para hacerse dueños de las medallas cuando llegan las victorias. Sin embargo, la ignorancia, que es muy dañina, cae en la mentira cuando no en la falacia. El fútbol femenino ha tenido en España, desde hace 27 años, una evolución notable en el seno de la Real Federación Española de Fútbol. Ya se sabe que todo lo que sea halagar a la RFEF o a su presidente parece estar mal visto. Aun así, correré ese riesgo.

Con la llegada de Ángel María Villar, comienza a fomentarse lo que, en aquellos tiempos, sonaba tan poco real que muchos decían que ni era fútbol ni femenino. Por fortuna, a finales de los años ochenta, Villar decidió superar aquellas cuestiones e implantó el fútbol femenino en toda España, situó al frente a un hombre de su confianza, Vicente Temprado, y le dieron las riendas técnicas a Ignacio Quereda. Al margen de actuaciones concretas, el tiempo ha hecho destacar la impresionante labor realizada, premiada con la clasificación para la Copa del Mundo, por primera vez en la historia de la Selección Absoluta, la plata en el Campeonato de Europa sub’19 y el título de campeonas de Europa para la sub’17. Obras son amores y no buenas razones.

A partir de aquí, quien quiera puede decir misa, pero los resultados de la evolución del fútbol femenino, que ahora es fútbol y es femenino, están a la vista de todos. Y el mérito es de quien es, es decir, de la RFEF, y hay que decirlo. El futuro empieza hoy.