María José Navarro
Gracias
Fran Rivera Ordóñez, de los Rivera Ordóñez de toda la vida, ha colgado una foto de su bebé en sus brazos mientras él le pega un pase a una vaquilla y se ha montado parda. Quiero decirle a Fran que nunca le podremos agradecer lo mucho que hace por la causa de los que estamos en contra de «La Fiesta». Y lo estamos, a lo mejor, por convencimiento, porque creemos que el signo de los tiempos no manda otra cosa, o porque nos da la gana.
Lo que ahora nos ocurre a los antitaurinos es que se nos trata como a extraterrestres que estamos en contra de la democracia, de la vacunación de los niños, de la depilación de axilas y del jamón ibérico. Quizá hemos llegado a esa conclusión después de dedicarle un rato a pensarlo, que también podría ser. En mi caso, mi padre fue crítico taurino y durante muchos años me gustaron los toros, pero ahora no voy a mover un dedo para que permanezcan.
A lo que vamos. Fran Rivera puede hacer lo que quiera con su hija, incluso mostrarla en las redes sociales a pesar de su conocido celo por preservar su vida privada. Son contradicciones en las que no voy a entrar. Sólo quiero desde aquí darle las gracias por la torpeza. Con la foto, le ha dado visibilidad mundial a un movimiento de rechazo creciente, y encima ha conseguido portadas en medios que nunca se las han dedicado a los toros y que ahora se las dedican a acabar con las corridas.
En el toreo, como en la política, los hay que creen que están por encima del resto y libres de cualquier objeción. Es esa aristocracia cañí de sombra y contrabarrera, de gintonic al tercer toro, esa España rancia de puro y roneo. Fran, hijo, gracias por dejarla votando. Nunca pensé que te diría esto: gracias por «respetar las tradiciones».
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