Iñaki Zaragüeta
¿Ha servido para algo?
Es mayor el número de catalanes que no quieren la independencia que los que la desean, el escenario en este sentido ofrece dos bloques muy consolidados en sus posiciones, y la solución presenta más dificultades que facilidades, más preocupación que tranquilidad. Son tres de las muchas conclusiones a sacar de las elecciones del 21-D.
Aunque la diferencia no es para lanzar cohetes por exigua, la realidad indica que si analizamos la tabla con perspectiva de referéndum –algunos expertos califican un 83% de participación como plebiscitario– el «no» a la independencia se ha impuesto. Por ello, quienes gobiernen deberían olvidar la deriva de los últimos tiempos.
Respecto a la segunda, queda demostrada la estabilidad de la inestabilidad. La sociedad catalana padece una división preocupante y no sé si irreconciliable, debido especialmente a la intolerancia de una de las partes, la que no permite la discrepancia. La que insulta, agrede y denigra a la que no piensa como ella. Una beligerancia alentada por los políticos separatistas y algunos medios de comunicación.
La tercera, a modo de conclusión, conduce a la desazón. La medicina exige un cambio radical, muy complicado en el momento actual, en cuestiones tan trascendentes como la educación y el cumplimiento riguroso de la Constitución y las leyes. Y eso parece poco viable si de nuevo se instala en el poder el bloque secesionista, a no ser que se produjera un viraje drástico en los planteamientos exhibidos hasta ahora. La gran pregunta que se hacía mi amigo Rogelio: ¿ha servido para algo la nueva convocatoria electoral por más que Ciudadanos sea el primer partido en votos? Así es la vida.
✕
Accede a tu cuenta para comentar