Irene Villa

Héroe vivo

Entre los muchos y comentadísimos encuentros que propició la gran fiesta del XV aniversario de LA RAZÓN, me veo en la necesidad de compartir con vosotros el que viví personalmente. Muchos años hacía que no me cruzaba con un hombre al que tanto admiré, quien con tanto mimo y cuidado se encargó de custodiar la confianza y seguridad de los españoles, a quien agradezco su labor, pero también su naturalidad, sencillez, humildad... algo que se echa mucho de menos en según qué esferas, y que tan necesarios ingredientes constituyen para que el talento dé sus frutos. El pasado lunes sentí que me reencontraba con uno de mis héroes vivos, exultante por agradecer en persona tanto cariño y tantos logros, abracé a Fernando Grande-Marlaska. Me sirvieron tanto tus palabras en aquellos duros tiempos de violencia... como decías, acabar con el terror no consistía sólo en terminar con la violencia, la coacción o la extorsión, había que enseñar a las nuevas generaciones que todos los vascos sois iguales: que nadie es más que nadie. En esas estamos aún... ojalá se construya esa verdadera identidad común, con diferencias ideológicas, seguro, pero basada en la no exclusión. Tus actuaciones nos han devuelto la esperanza muchas veces, sobre todo al oponerte a que decisiones independientes cayeran también en manos de gobernantes. Sin embargo ahora tu voto ha sido tan decisivo para algo que, si bien es quizás lo que toca al derogar la «doctrina Parot», nos congela el alma: saber que asesinos en serie están quedando en libertad a una velocidad incomprensible, espero que algún día sepamos los motivos.