Internacional

I Putin

La Razón
La RazónLa Razón

La compañía telefónica rusa Caviar ha decidido aprovechar la reedición de un legendario teléfono de Nokia para lanzar una edición personalizada que lleva el sugerente nombre de Supremo Putin. Ver para creer. Según el fabricante, se lo han querido dedicar a la persona más popular de todo Rusia, Vladimir Putin. Ver para creer porque hay que ver el teléfono: la cara de Putin bañada en oro en mitad de un terminal de color negro, acompañado de una placa también dorada donde se recoge parte del himno del país y un botón central donde aparece grabado el escudo del país. Todavía tenemos que dar gracias de no estar en 1950 porque la efigie de Stalin pasaría de empapelar fachadas de edificios y presidir plazas, puertos y algún que otro gulag, a ser estampada en las carcasas de los móviles. Sinceramente , y sin entrar en la estrategia empresarial y quién sabe si vital, no sé si había necesidad. Hay cosas que mejor no ver. Pero como hay gente para todo, les diré que el teléfono cuesta 1.690 dólares, casi 100.000 rublos y seguro que no será muy complicado encontrarse con alguien hablando con semejante modelo, bien sea por moda, esnobismo, frikismo o por sincera convicción. Idolatrar a las personas tiene un límite aunque las principales casas de subasta de medio mundo se forren vendiendo uñas de Marilyn Monroe, cabellos de no quieran saber qué parte corporal de John Lennon o deposiciones del artista más carismático que puedan imaginarse. Los políticos idolatrados pertenecen a otra época, como lo fue y lo sigue siendo el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, cuyo legado se sigue recordando en nuestros días. El servicio postal estadounidense ha decidido emitir un sello con su imagen para conmemorar el centenario de su nacimiento celebrado tal día como ayer. Pero hay rostros y rostros, tanto para poner en un sello como para hacerlo en un teléfono móvil. No están los tiempos para comparaciones arriesgadas que podrían rozar incluso el mal gusto, así que no caeremos en parangones con Kennedy, Trump, Putin, y añadan el nombre que primero se les pase por la cabeza. Algunas modas dan miedo. Aunque quizá Mari Curie tenía razón: en la vida no hay cosas que temer, solo hay cosas que comprender.