Alfonso Merlos
Impacto y pavor
No. Una mentira repetida mil veces no tiene por qué convertirse en una verdad. Menos cuando su objetivo es atentar contra el interés general. Porque ni España es un infierno ni el presidente del gobierno es una nulidad. Y ésta es la estrafalaria, fraudulenta y prevaricadora versión sobre el estado de la nación que pretenden inocular Rubalcaba y los que están más o bastante más a su izquierda.
No señores. No por absolutamente previsible deja de ser condenable. Esta actitud y esta estrategia. ¿Es así como se ayuda a los ciudadanos, como se les anima, como se transmite la idea de que esta salida de la crisis tan larga y traumática debe ser obra de todos, cada uno desde su sitio, asumiendo su responsabilidad?
No es que el PSOE -¡qué predicar de Izquierda Unida!- esté en un antipatriota ejercicio destructivo. Es que está en la autodestrucción. Los bulos diseminados, la propaganda ventilada a granel, las hipérboles de mercadillo son tales que no es difícil colegir que no sólo a los votantes del PP les resulta imposible digerirlas.
¡Vaya solidaridad la de estos dirigentes! ¡Vaya ganas de estar con las familias para darles impulso y aliento! ¡Vaya forma de creer en nuestro presente y nuestro futuro! ¡Vaya terapia ésta de inflamar nuestras desgracias para hacer una causa general contra la derecha!
Hace un par de décadas Harlan Ullman concibió la doctrina denominada «impacto y pavor». Este estratega militar entendía que si una población era bombardeada con severísima intensidad y a la velocidad de la luz, esa población quedaría paralizada y su voluntad de luchar aniquilada. Es lo que busca Rubalcaba y su cuadrilla. Lo último que necesita España y los españoles. Es una actitud miserable. Pero va a fracasar. Seguiremos peleando. Prevaleceremos.
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