Alfonso Ussía

«In vídeo véritas»

Latinajo acentuado. Está ahí. Un miserable vídeo de «La Tuerka» en la que el programa del Coletas establece equivalencias entre el PP y la ETA. La corrupción de unos políticos ha merecido que todo el partido conservador sea comparado con una banda de terroristas. De ahí, estética del pasamontañas, de las ruedas de prensa de los asesinos, de la desfiguración y el camuflaje cobarde del odio. «Quienes nunca han arriesgado nada se atreven a insultar burdamente a quienes comprometieron su propia vida y la perdieron». Lo ha escrito José Antonio Ortega Lara, que no es del Partido Popular, y que padeció la más cruel tortura –casi seiscientos días encerrado en una mazmorra– imaginable. Treblinka en Mondragón.

Pero ese «vídeo», que ya han visto millones de españoles, no es sólo una vileza contra el PP, sus políticos honrados, sus militantes decentes y sus millones de votantes, entre los que actualmente no me reconozco. Lo peor de ese «vídeo» es la elección de la figuración, la constatación de una admiración reforzada a través de los años. En «Podemos», y otras grabaciones así lo confirman, hay un amplio sector que siente una especial predilección por la ETA. Pablo Iglesias justificó su existencia con su tono de voz profesoral y su pensamiento abierto al estalinismo. Curiosa situación la de España. Es cierto el desánimo que ha dominado a los españoles como consecuencia de la insoportable cadena de casos de corrupción de los partidos políticos, y en las últimas semanas, de dirigentes del PP que presumíamos honrados, aunque antipáticos. También en Italia, y en Francia, y hasta en el Reino Unido se han dado casos de deslealtad a la decencia. No obstante, en la única sociedad donde la ideología que ha sostenido el sistema más criminal de la Historia, el comunismo, crece y se mantiene es en España. El Muro de Berlín se ha trasladado a la ilusión de millones de españoles que confunden la decepción con la venganza.

Lógicamente, el estalinismo oculto y ahora protagonista de la vida política española no ha podido reprimir la exposición pública de sus viejas simpatías silenciadas durante decenios. Y más que un ataque despiadado e injusto al Partido Popular –con el PSOE se atan mejor las moscas por sus rabos–, el vídeo de «La Tuerka» es un homenaje a la estética terrorista. Les emociona el pasamontañas, tan abrazado al rostro oculto de la ETA. Son los que jamás se atrevieron a ser lo que tanto admiraron. Los que jamás arriesgaron nada y aplaudieron en sus cuevas anímicas lo que otros hacían por ellos. Resulta sorprendente que existan tantos centenares de miles de españoles dispuestos a llevar a las urnas la fuerza de la ignominia. Mucha culpa de ello la tienen las cadenas de televisión privadas y capitalistas – Atresmedia y Mediaset–, que han convertido a estos teóricos de la venganza, la falta de libertad, la expropiación de la propiedad privada, la politización de las Fuerzas Armadas y el estalinismo disfrazado de chándales del Caribe, en una opción seria y regeneradora. Ese apoyo inconcebible de quienes serían las primeras víctimas del abuso del poder ha convertido a los partidarios del pasamontañas en una fuerza auténtica, que crece cada día que surge un nuevo caso de corrupción moderada y suavemente criticado por las temerosas y abrumadas cúpulas de los grandes partidos.

En Europa empiezan a preocuparse por la llegada de un comunismo bolivariano a una de las naciones –España– de más optimista recuperación económica. El PP tiene, como el PSOE, mucha culpa de ello. Pero el PP no merece ser comparado con el terrorismo de la ETA. En el fondo, lo de «La Tuerka», «in vídeo véritas», es un homenaje de admiración a la estética del pasamontañas.