Martín Prieto

Investigar la muerte de Payá

Ángel Carromero, ex dirigente de las juventudes del PP, condenado en Cuba por homicidio imprudente cumpliendo pena en España con un grillete telemático, ha denunciado que el accidente automovilístico en el que perdió la vida el líder anticastrista Oswaldo Payá fue un asesinato político, embestido el coche en el que viajaban y llegado vivo a un hospital. Instancias gubernamentales estadounidenses reclaman una revisión neutral del caso y reprochan a España distraerse para salvar a Carromero. Se olvida que Payá, nieto de emigrantes, también poseía la nacionalidad española, que no fue adecuadamente atendida.

Payá no era un «gusano» al uso, según la nomenclatura revolucionaria, ni un agente del «Exilium Tremens» de Miami: era un militante cristiano y de ahí su peligro para la monarquía comunista de los hermanos Castro. Presidía un movimiento de reconciliación nacional que incluía a la burocracia oficial, sin represalias para nadie, amnistía y elecciones libres, trasunto de la transición española. Adolfo Suárez intentó convencer a Fidel Castro: «Mira, yo era el jefe de la Falange y del Movimiento de Franco. Convoqué elecciones libres y las gané». Fidel escuchó en silencio y replicó mosqueado: «¿Y si las pierdo?». Contra eso no podía Payá y su propuesta cristiana de reconciliación resultaba más irritante que el «bloqueo», que no es tal salvo para la propaganda victimista.

Payá era vicepresidente de honor (no quiso exiliarse) de la Internacional Democrática de Centro, premio Sajarov a los Derechos Humanos del Parlamento Europeo y candidato oficial en cinco ocasiones al Nobel de la paz.

La denuncia de Carromero merece que se mueva un juez de guardia en Madrid, al menos para estudiar la verosimilitud del ejemplar régimen al que se ha acogido nuestro cómico de la lengua Willy Toledo. Si hay sospecha de que los servicios cubanos han asesinado a un español, y con testigo de cargo, hay que reabrir el caso.