Mariano Rajoy
Johnny Depp y el CIS
Las encuestas las carga el diablo y a la sociología le pasa, en parte, como a la economía, cuando se trata de predecir la conducta de las personas lo más fácil es equivocarse porque los seres humanos somos bastante impredecibles.
Por eso, cuando un economista o el director de una empresa demoscópica “sientan cátedra” con sus predicciones, deberían ser un poco más humildes. Eso no significa que carezcan totalmente de valor todas las técnicas econométricas y de estadística social, la utilidad de sus resultados reside en ser un instrumento más en la toma de decisiones, en este caso, como indicadores de tendencia.
La publicación de los datos del CIS han reabierto la polémica sobre si son una radiografía veraz o no de la realidad española. Antes de nada, hay que indicar que una de las garantías de tener una institución como el CIS es que combinando su carácter público y las metodologías objetivas que se aplican desde los tiempos que lo dirigió el Sr. Julian Santamaría, es muy difícil su manipulación.
Sin embargo, lo habitual es escuchar dudas sobre su neutralidad desde quien sale mal parado. Pero, la verdad, es que es complicado tergiversar los resultados.
Esto no quiere decir que el CIS acierte. De hecho, ha errado sustantivamente en los últimos encuentros electorales. Hecha la salvedad y las reservas que siempre he mantenido con todos los sondeos, los resultados publicados esta semana nos llevan a varias conclusiones.
La primera, que hay una tendencia de desgaste del PP y de Podemos y una recuperación del Partido Socialista.
Todo esto se produce en un momento en el que el PSOE no tiene líder aún, el PP es Gobierno y Podemos deambula entre los pasillos de la Carrera de San Jerónimo y los toriles de Vistalegre sin encontrar su lugar y con discrepancias entre sus principales dirigentes.
Hacía mucho tiempo que en el PSOE no se respiraba una tregua en la caída de intención de voto. Los tiempos del Sr. Pedro Sánchez fueron de caída vertiginosa y resistencia agónica al tantas veces anunciado sorpasso podemita.
Cuando los socialistas dejan de mirar a otros, se recuperan. La Socialdemocracia siempre ha sido clara en sus objetivos y pragmática en su acción política. Las revoluciones se quedaron para los que no hicieron nunca ninguna que no acabase en desastre y que tampoco supieron ser útiles en el funcionamiento de las instituciones democráticas.
El Sr. Sánchez quiso ser podemita y hundió el PSOE, cuando el Sr. Pablo Iglesias parecía que quería “ser el PSOE” le iba mejor. Lo de Ciudadanos estaba más que cantado, la Sra. Rosa Díez espera pacientemente en el purgatorio al Sr. Albert Rivera, que parece que no tiene intención de hacerla esperar mucho.
Pero el futuro nunca está escrito por mucho que se empeñen los expertos en sondeos electorales. Al PSOE le lastra en este momento la división interna y la sombra que proyectan los que quieren volver a donde nunca debieron estar. En esto también el Partido Socialista aventaja a Podemos, los problemas de división interna se van a solucionar cuando se elija nuevo líder, los de Podemos se van a multiplicar cuando decidan al suyo.
Con el Sr. Mariano Rajoy convertido en poco más que un superviviente, el Sr. Rivera en capilla y Podemos a lo Johnny Deep, el PSOE tiene terreno de juego. Ha dejado de hacerlo tan mal y se nota. Como nos dé por hacerlo bien, va a ser la bomba.
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