César Vidal
Jóvenes contra viejos
Me consta que para algunos la trayectoria de Podemos es chocante y novedosa. Para los que hemos seguido desde el principio un fenómeno tan repugnante como es el chavismo no resulta así. Desde hace años, hemos sabido que al otro lado del Atlántico se gestaba una monstruosidad semejante y que la estrategia estaba bien definida y subvencionada. En una de las reuniones – supuestamente intelectuales– se indicó además cuál sería la táctica. Así, se señaló que si en el pasado había dado éxito enfrentar a pobres contra ricos y en Bolivia, a los indígenas contra los blancos, en España, se debía arrojar a los jóvenes contra los viejos. Es dudoso que se pueda decir que Rajoy es un viejo aunque ciertamente en su Gobierno, hay ministros ya talludos y alguno que tiene el cerebro en el jurásico, pero la táctica de Podemos va mucho más allá de un ataque al ejecutivo. Por el contrario, pretende desestabilizar todo el sistema incluso a escala internacional –no se olvide que algunas de sus propuestas se relacionan directamente con el euro y la Unión Europea– y para conseguirlo propone un enfrentamiento generacional. Debo decir que la táctica es perversa, pero no disparatada. En España, el cincuenta por ciento de los jóvenes está en el paro y de los que trabajan no menos de un tercio no requiere ninguna formación para desempeñar sus tareas. Para remate, los titulados tienen serias dificultades para ocupar puestos en la universidad –Podemos es un foco de profesores universitarios ansiosos por eliminar a los catedráticos mayores y ocupar sus poltronas– para hacerse con una plaza de funcionarios y no digamos ya para dar con un empleo digno. De hecho, buena parte de la emigración española actual es precisamente gente joven. Frente a ese panorama los partidos ofrecen una imagen de decrepitud. No me refiero sólo a un nacionalismo catalán con dinosaurios evasores a la cabeza sino a dos grandes partidos cuyas juventudes en no escasa media son borjamaris o pijiprogres que perdieron el contacto con la realidad hace tiempo. Por lo que se refiere a los medios o a la empresa, en un porcentaje elevadísimos los resortes del poder siguen en manos no de gente procedente de la Transición sino de la misma época de Franco. Podemos está recogiendo la amargura de centenares de miles de jóvenes sin perspectiva de trabajo, jóvenes que, poca duda cabe, no verían con desagrado el desalojo de generaciones que los precedieron. El choque, si Dios no lo remedia, será inevitable.
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