Alfonso Ussía
Juan Ignacio
Me llegan noticias, más que rumores, de la inclusión de Juan Ignacio Luca de Tena en la vergonzosa, que no avergonzada, relación de condenados en el próximo callejero de Madrid. El diario ABC se ubicaba en la calle de Serrano hasta que se trasladó a la de Josefa Valcárcel. Desde la rotonda que hoy determina el final de esta calle, hasta el Hotel Meliá Avenida de América, el tramo que alberga el edificio de ABC fue denominado por el Ayuntamiento de Madrid «Juan Ignacio Luca de Tena», en memoria de quien fuera un gran español, un gran escritor, un gran periodista y un gran timonel del periódico centenario. Por «fascista». Así de elemental y sencillo. En la guerra que enfrentó a los españoles no combatieron de un lado todos los socialistas y comunistas y del otro todos los fascistas. Es más, en el bando nacional, sólo los falangistas se acercaban en sus mensajes a los ideales de la revolución burguesa, que eso es el fascismo. Combatieron monárquicos, carlistas, liberales, conservadores e independientes decididos a impedir que España, además de triturada en su mapa, se convirtiera en una dictadura del proletariado. Simplificar la terrible guerra con el fascismo enfrentado al «progresismo», además de una necedad y una mentira, es de una elementalidad rotunda. Es de tontos. Y de ignorantes.
Juan Ignacio Luca de Tena, marqués de Luca de Tena e hijo de don Torcuato, el fundador de ABC y Blanco y Negro, tuvo un destacado y magnánimo protagonismo en la posguerra. Recuperó el diario que la Segunda República le había robado y clausurado –«incautado»–, y fueron sus páginas las más cultas y atrevidas en la admisión de firmas cercanas al bando derrotado. Fue el gran timonel de un periódico que se convirtió en la única referencia crítica, moderadamente crítica que más no era posible, del régimen en vigor. Mantuvo su lealtad jamás quebrada a la Corona, al Rey Don Alfonso XIII hasta su fallecimiento en Roma, y al Rey de derecho que no de hecho Don Juan III, el eterno exiliado hasta 1976. Autor teatral, su gran pasión, guionista y ensayista, pero ante todo, y para seguir las huellas de su padre don Torcuato, antes que todo y sobre todo, periodista. Padre de Torcuato y Guillermo, también directores de ABC. Torcuato, de pluma brillante y decimonónica, se apartó voluntariamente de sus quehaceres periodísticos y se instaló en México. Guillermo, con enorme tesón y valentía, salvó al ABC, a punto de la quiebra, y acertó nombrando a Luis María Anson Director del periódico. Olvidar la labor de Anson al frente de ABC durante 14 años es tan absurdo como injusto. Finalmente, Guillermo Luca de Tena aceptó la oferta del Grupo Correo, y ABC se desligó un algo de su pasado. Antonio Mingote decía que el ABC se imprimía con el ánimo y el entusiasmo de Juan Ignacio.
Era tronante, impetuoso, algo cascarrabias y estaba dotado de la intuición de los elegidos. Las mejores firmas de la Cultura española pugnaron por inmortalizarse en el ABC de Juan Ignacio, que fue también escuela de formación de grandísimos periodistas. De Pérez de Ayala y González Ruano a Foxá y José María Pemán. En el ABC de Juan Ignacio y de los Luca de Tena la única referencia válida para formar parte de sus páginas era el talento, que no la filiación o militancia política. Esa columna de libertad que superó los cien años de vida con Guillermo Luca de Tena de patrón, la sostuvo en los años más difíciles Juan Ignacio Luca de Tena.
Aunque debutó con Torcuato, fue Juan Ignacio el descubridor de Antonio Mingote y el defensor de decenas de periodistas de los cuales recelaba el régimen.
Borrar el nombre de Juan Ignacio Luca de Tena de la calle en la que se halla el ABC, más que una estupidez, que lo es, más que una injusticia, que lo es, más que una venganza, que lo es, más que una mamarrachada inculta, que lo es, es una tremenda vileza. «Todos los que no piensen como nosotros, son o fueron o serán unos fascistas». Así de simple, así de claro y así de estúpido. Las hordas del cretinismo en su diáfana expresión.
Fueron muchos los años en los que tuve el honor de ser una firma en ABC. Allí conocí, hasta que me topé con una censura, la plena libertad de opinión. Allí conocí a muchos, muchísimos de los grandes. Y allí respiré el aire de la libertad y el talento que Juan Ignacio repartió por todas las esquinas de ABC. Si retiran su nombre, retiran una institución entera. La torpe venganza de los necios.
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