Ángela Vallvey
La adopción
La adopción es un acto jurídico mediante el cual «un adulto toma como propio un hijo ajeno para establecer con él una relación paterno-filial con idénticos o análogos vínculos jurídicos que los que resultan de la procreación». La adopción ya fue tratada en el Código de Hammurabi, el primer intento que conocemos de poner orden jurídico y enseñar qué cosa es la justicia a un millón de súbditos del rey que le dio nombre, en la mayor ciudad del mundo entonces conocida: Babilonia.
Los antiguos griegos abandonaban a los hijos que no querían al borde de los caminos, metiéndolos en una urna funeraria. Allí quedaban al albur de un destino incierto. Muchos morían, otros eran recogidos y luego esclavizados, unos pocos tenían suerte y acababan bajo la protección de un hogar bueno que les daba lo que sus padres naturales les habían negado: amor y seguridad, aunque fuese en porciones mínimas. Los niños abandonados forman todo un ejército de pequeños desdichados desde el comienzo de los tiempos. Su ventura, o su fatalidad, ha sido siempre imprevisible.
Hoy, y desde hace relativamente poco tiempo, la adopción se ha convertido en un proceso legal que, en los países avanzados, busca sobre todo ofrecer garantías para el menor. Pero para los padres adoptivos también puede convertirse en una dura prueba porque, además, nunca antes las adopciones se habían internacionalizado permitiendo que padres adoptivos de un país acudieran a otro, por lo general lejano, en busca de sus hijos.
Uno de esos procedimientos enloquecedores de adopción es lo que relata, con pulso narrativo firme pese a lo emotivo de la trama, Daniela Fejerman en la película titulada precisamente así: «La adopción». Los actores están brillantes. La pareja protagonista, Francesc Garrido y Nora Navas, cumplen a la perfección el papel de la típica pareja española de clase media, dispuesta a realizar su sueño de ser padres por encima de la corrupta burocracia kafkiana que se interpone entre ellos y su futuro hijo. Mientras los expectantes papás se dejan en el intento todos sus ahorros, y los de su familia, movidos por un asombroso tesón, hay claroscuros que aparecen y tiñen la historia con preguntas inquietantes que cuestionan su propio amor paternal, el fondo y la naturaleza de su esperanza. Se trata de un periplo dirigido y protagonizado lúcidamente, hasta el punto de que llega a parecer un documental, más que una obra de ficción. (Muy recomendable).
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