Miguel Ors
La alfombra roja del Bernabéu
L2 Butragueño
Butragueño, como yo, es un bajito que no se enfada. Que razona sin gritar. Que no necesita vociferar, como Belén Esteban, para hacerse entender. Jamás comenta las contrariedades arrugando la frente (en esto se parece a Ancelotti): «No contábamos con esto», confesó tras el partido del impensable empate. Ni el Real Madrid. Ni el Villarreal. Ni el Bar-ça. Ni Ronaldo, que no da pie con balón en los tiros francos (42 o quizá alguno más sin hacer diana). Ni los forofos de las apuestas.
–Jo – se me lamenta afoscado un amigo que juega a todo, a los ciegos, a la primitiva, a la lotería nacional y a los chinos–, quinientos del ala me ha jeringado hoy el Real Madrid.
Y en Barcelona, claro es, de sardana. Leo: «La Liga cada semana que pasa, más cerca del Barça, más lejos del Real Madrid».
M3 Cuestionado
Ancelotti, cuestionado otra vez. «Madrid es una ciudad abierta y simpática, me gusta Madrid; el Real Madrid, en cambio, es exigente: me refiero a su afición» (Schuster). Si fútbol es fútbol, Real Madrid es Real Madrid y Florentino es Florentino. El Real Madrid, esto es, su afición y su presidente, si no huele título, se arrisca. «Con los entrenadores que no saben ganar títulos, tolerancia cero», parece ser el lema del madridismo. Antes de Navidad, se escribió que Ancelotti no hacía sino sumar «créditos» para ser el Sir Alex Ferguson del Real Madrid FP. Ya no, si hay que juzgar por lo que se publica.
–Y si no gana la Liga ni la «Champions», ¿seguirá en el Real Madrid el buenazo de Ancelotti?
–Florentino –me contestan–, pagando es un patrón generosamente buenazo. Exigiendo, pues, también. El dividendo del título es su exigencia innegociable. Florentino ante todo es empresario. A ver si no lo olvidáis.
J5 Clásico
«La vida no es racional», que decía el filósofo. El fútbol es como la vida, entre racional e irracional o entre lógico e ilógico. Esta vez ha sido racional y ha clasificado para la final de la Copa del Rey a los que en teoría eran los mejores: el Barça y el Athletic. Final de dos canosos veteranos, de dos clásicos, de dos centenarios. Yo hubiera preferido una final entre el Espanyol y el Villarreal.
–Eso no hubiera sido lógico.
–Es que lo lógico, si se repite, acaba por aburrir por lógico, por clásico y por reiterativo.
Me cuentan que Bartomeu no cabe en sí de alegría y que le gustaría ganar la Copa en el Bernabéu para poder exclamar que «de Madrid, al cielo de la Copa número 27». Para él, por cierto, si la gana, será su primera Copa.
V6 Madrid
España es diferente. Otra vez el tópico, a ver qué vida. En los países «serios» como Alemania, Inglaterra, Italia o Francia, la final de la Copa se celebra en Berlín, Londres, Roma y París, sus preciosas capitales. Si España no fuese diferente, se celebraría siempre en Madrid. Pero, ¡ah!, España es diferente, o sea pijotera, tiquismiquis, rencorosa, cojonera, irreconciliable.
–¡Todo eso!
–Y más. Valle-Inclán,por ejemplo, en el libro «Inédito» dice que España es un país de trapicheos y mezquindades. Y ¡un corral de bueyes! Así de radical.
Madrid es la capital, el Bernabéu es «el otro museo que visitan con fruición miles de turistas desde hace años»; el Madrid es el aura de sus títulos y la luz de su «señorío». Y el señorío es no ser diferente, es no ser irreconciliable, es no ser pijotero, es decirle a vascos y catalanes: «Aquí tenéis la alfombra roja del Bernabéu. Sed señores con el himno y con el Rey. Es un honor recibiros».
–Acabas de escribir una tontería.
–Lo sé. Pero no rectifico.
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