Julián Redondo
La casa de los líos
Una vez fichado Neymar, Sandro Rosell estudió la posibilidad de traspasar a Messi y a Cesc. Y Messi se enteró, como supo que con Valdano en la dirección deportiva del Madrid cada verano Jorge llamaba a su tocayo por si había alguna posibilidad de ficharle. También descubrió Messi que el equipo que en manos de Guardiola jugaba para él, en las de Tata Martino su rol se difuminaba, por eso se borró en algunos partidos. Y supo Messi que la contratación de Neymar supuso un desembolso camuflado entre dimes y diretes que la persistencia de un «soci» terminó por aclarar en los tribunales. Y le ocurrió a Messi que papá Jorge y el asesor fiscal que le hacían las cuentas eran unos chapuceros de tomo y lomo. Dejó de ser portada por sus goles y acaparó titulares porque él, que quizá no ha sacado en la vida dinero de un cajero automático, no había tributado a Hacienda. Terminó pagando 25 millones de euros y borró la culpa, pero no la mancha. Todo eso le llevó a decir, antes de mejorar su contrato por séptima vez, que si el Barça quería, se iría. Ahora el club tiene otras preocupaciones por su mala cabeza.
El juez Ruz ha imputado a Sandro Rosell y Antoni Rosich por presunta comisión de delito fiscal en el fichaje de Neymar júnior. Según la Agencia Tributaria, ha defraudado 9,1 millones de euros, y no se descarta que sean 11,7. En Brasil, el ex presidente del Santos aclara que a Neymar sénior le pagó, además de muchos cafés, una orgía en Londres. Con lo cual, el fichaje que ha sido la tumba de Rosell cuando el agujero estaba cavado para Messi, podría enterrar a Bartomeu y desacreditar aún más, si eso fuera posible, a papá Neymar. Qué líos.
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