Iñaki Zaragüeta

La catarsis, prioridad

La corrupción se ha desarrollado hasta límites intolerables, hasta convertirse en problema grave y su solución en prioridad. Sin hacerle frente será difícil superar la crisis. Coincido con el ex presidente Aznar, en su entrevista a LA RAZÓN: «Creo que sufrimos una crisis institucional y política que es previa a la económica. Si no actuamos sobre la primera, no podremos resolver la segunda».

Se refería a que España tiene cuestiones pendientes como la ordenación institucional y territorial, la Justicia y la seguridad jurídica. Y la corrupción. Mientras no haya una catarsis, no alternaremos con los mejores, no seremos fiables. Queramos o no, España entró en una dinámica peligrosa a partir de 1982, que nadie después se empeñó en abandonar. Y si no se batalla contra ello, se termina formando parte.

Demasiados sumarios en las instituciones y políticos en procesos judiciales. Filesa, Roldán, Gürtel, ERE, Instituto Nóos ... deberían haber provocado un giro radical. Al revés, el «sistema» se amplió a otros campos: Banesto, Rumasa, Fórum, cajas de ahorro... dando la impresión de que la sociedad española estaba por «que la corrupción nos llegue a todos», antes que por combatirla.

Como colofón, las graves imputaciones sobre la familia Pujol y Artur Mas, que invitan a sospechar sobre la intencionalidad torticera de la cruzada por la secesión, como si la razón real se centrara en huir de la Justicia española o en llegar a un pacto que eximiera de cualquier responsabilidad. Recordemos que nadie ni nada se movió cuando Maragall acusó a CiU de cobrar el tres por ciento de todas las adjudicaciones.

A pesar de que el escenario invite al desánimo, prefiero acabar con la esperanza de aquella frase del «Che»: «Podrán acabar con las flores, pero nunca detendrán la primavera». Así es la vida.