Carmen Gurruchaga
La ceremonia de la confusión
El PSOE no atraviesa el momento más coherente de su dilatada historia, por lo que no es sorprendente que en unas comunidades defienda una cosa y en otras la contraria. Por esta falta de liderazgo y de cohesión interna, con frecuencia desde Ferraz lanzan indicaciones a sus representantes en provincias para que moderen y maticen el mensaje transmitido con el fin de que no dañe más aún al partido ni sus pretensiones electorales. Es lo que ha sucedido recientemente con los socialistas guipuzcoanos, que hace unos días se sentían satisfechos y orgullosos del acuerdo alcanzado con Bildu para aprobar los Presupuestos de la provincia. Pero días más tarde, pusieron en marcha toda una ceremonia de la confusión para negar la evidencia del acuerdo alcanzado con los herederos de Batasuna, aunque evidentemente formaba parte de su estrategia en Euskadi. De hecho, ambas formaciones coinciden en el mensaje según el cual lo importante no es con quién se pacta sino el contenido de lo pactado, pues los dos partidos pretenden no cerrarse ninguna puerta ante la posibilidad de poder apoyar los Presupuestos de Urkullu en la Cámara de Vitoria. En cualquier caso, está claro que si ayer la coalición independentista pudo aprobar las cuentas de la Diputación de Guipúzcoa fue porque hace unos días alcanzó un acuerdo presupuestario con el PSE; concederá ambos de que, dada la aritmética parlamentaria, esa postura bloqueaba la posibilidad de que los restantes grupos pudieran rechazarlos ya que para ello deberían haber votado juntos PNV, PSE y PP. Además, el diputado general, Martin Garitano, calificó de «muy satisfactorio» el apoyo de los socialistas y destacó la afinidad entre éstos y su partido. Y lo hizo justo antes de participar en una concentración en favor de los presos de ETA promovida por su gabinete y luciendo en la solapa una pegatina alusiva al tema.
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