Política

Alfonso Merlos

La conciencia y la traición

La conciencia y la traición
La conciencia y la traiciónlarazon

No es en realidad una resaca. ¡Qué va! Porque los que llevan acodados desde hace meses en la barra del bar, los que se han metido en el centro de la pista de baile sudando y borrachos, los que no han parado de levantar vidrio de forma irresponsable en nombre del separatismo siguen ahí. Agarrados a la botella de ron o de ginebra o de vino peleón, haciendo ejercicios con el codo una y otra vez. De forma casi mecánica. Da igual que aparezca en el camino, o no, el día de la Constitución.

Y lo mismo en la otra dirección. Los que han estado en la defensa de la Carta Magna, apostando por la convivencia, jugándolo todo a la concordia y el entendimiento y el respeto y la armonía están inmóviles: con la ley, con las libertades de todos los españoles, contra los experimentos. Y esto significa que, dramáticamente, entre unos y otros, hay un muro. De la vergüenza, de los errores.

No cabe la menor duda de que los independentistas, pasado el 6 de diciembre, van a poner todas las fichas en lo que compulsivamente buscan. La bronca, la cizaña, la provocación. La deslealtad, la patraña, la ignominia. Todo aquello que va asociado a quienes no tienen ni idea de lo que significa vestirse por los pies. El gamberrismo político que se ata una corbata al cuello para disimular. Pero, ¡¿qué ganamos con esto?!

No pretendamos tapar lo que a la vista de todos está. Los ciudadanos no se chupan el dedo. Hay una minoría de políticos en Cataluña que están a la defensa del interés general y las libertades civiles. Por desgracia, una mayoría está apoltronada en el discurso del pesebre y la trinchera. Sería deseable un cambio. No es fácil. Pero las personas, vivan en la región que vivan, tienen derecho a saber la verdad de las cosas. Por ahí hay que empezar. Y ya vamos tarde. Pero hay tiempo.