Pilar Ferrer
La desmesura
Existe algo irrefutable en todo tratado de ciencia política: un líder que traspasa la barrera de la sensatez, acarrea daños profundos a quienes le siguen. La historia está llena de ejemplos, con heridas a la propia democracia. Parece ser el camino elegido por Artur Mas, transgresor hasta la médula de la tradicional estrategia de CiU, una federación responsable y un grupo parlamentario en Madrid hábil negociador, dentro de los límites de la Constitución. Mas ha escogido otra hoja de ruta, avivando emociones y sentimientos fuera de toda lógica. Sus proclamas por encima de la Ley, le colocan al borde del abismo.
En medio de esta campaña virulenta, cabe preguntarse a qué precio. Una apuesta soberanista alejada de esa Europa por la que tanto clama, dejará una tremenda fractura en la sociedad catalana. Su grito a la independencia, favorece a Esquerra Republicana y a la comunista Iniciativa, verdaderos guardianes de las esencias separatistas. ¿Vale la pena esta jugada? Claramente no. Incluso el voto moderado de Unió, el tradicional socio democristiano con sentido común, puede verse alterado. Ahí está el PP e, incluso, el partido de Albert Rivera, Ciutadans, con un discurso muy similar al de Rosa Díez, en el resto de España.
Ante este escenario, Mariano Rajoy se vuelca en Cataluña con un mensaje dialogante y una candidata, Alicia Sánchez-Camacho, que critica el «mesianismo» de Artur Mas. No existe alternativa. O Cataluña dentro de España y Europa. O Cataluña, en una esfera medieval, y fuera de todo. El 25-N no sólo están en juego unas meras elecciones autonómicas. También, y sobre todo, el destino de una sociedad que fue siempre admirable. Es el precio de una desmesura incontrolada y arriesgada.
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