Alfonso Ussía
La gira
Le ha costado, pero al fin Pedro Sánchez se ha decidido a dar la vuelta a España. Primera etapa, Sevilla. Si entre etapa y etapa administra el mismo tiempo que el gastado con antelación a su primera salida, su decisión de presentarse o no a la Secretaría General del PSOE puede tomarla en el año 2034, en el mejor y más urgente de los casos. Sus chicas ya no serán tan chicas. Margarita Robles superará los 80 años, y a las atractivas señoras Cantera y Sumelzo se les habrá pasado el arroz. Contaba «Tip» que un matrimonio mayor, muy amigo de la familia Sánchez-Polack, decidió por sorpresa iniciar los trámites del divorcio. Él tenía 97 años y ella, algo más joven, 95. Sentían ilusión por la libertad, por vivir sin dar explicaciones al otro, por «proyectarse al futuro», que era una cursilería muy en boga cuando el divorcio se autorizó en España. El juez encargado de tramitarlo, también les mostró su extrañeza. –Si lo tenían tan claro, ¿por qué han tardado tanto tiempo en decidirse?-; y fue ella la que respondió; -porque no queríamos dar un disgusto a los niños-.
Desde que Sánchez anunció su gira a reconocer que su primera etapa será Sevilla, han transcurrido tres meses. Con el AVE a su disposición, excesivo tiempo. Y en coche, se viaja a Sevilla divinamente, invirtiendo no más de cinco horas. Puede salir de Madrid a las 12 de la mañana, comer tranquilamente en el formidable restaurante «La Aguzadera» de Valdepeñas –kilómetro 196–, o si desea descansar en un local con pocos militantes socialistas, alargar el primer tramo del trayecto hasta Cárdenas, en pleno Despeñaperros, y almorzar o tomar un bocadillo de jamón en «Casa Pepe». Allí, puedo prometerle y le prometo que si coincide con algún militante socialista le regalo un jamón de Sánchez Romero y Carvajal de Jabugo, con la categoría de «5 jotas» y se lo envío con los gastos pagados allá donde se halle. Y a las seis de la tarde, en Sevilla.
Con las infraestructuras que hoy disfruta España, con sus autopistas, sus autovías, sus trenes y sus aviones, en 20 días no sólo podrá visitar a todos los militantes del PSOE deseosos de hablar con él en el territorio peninsular, insular y las dos ciudades –Ceuta y Melilla–, del norte de África. Le sobrará tiempo para visitar los mejores museos autonómicos y provinciales, asistir a los conciertos y actos culturales que tengan lugar allá donde sus plantas plante, e incluso, asistir a festejos y romerías. Porque tampoco tiene tanto que decir a los militantes, que más o menos intuyen lo que Sánchez transporta en su desvencijada chochola, –en batúa txotxola–, que es la voz cariñosa con la que los vascos denominan a la cabeza.
La financiación de la gira es enigmática. Por buenas que sean las comunicaciones, los billetes de avión, de tren y el combustible para el coche, hay que abonarlos. Lo mismo los hoteles y los extras. Porque si los militantes le reservan el hotel con derecho a desayuno, y a Sánchez le apetece a determinada hora de la noche pedir un «sandwich» de jamón y queso, lo lógico es que Sánchez se haga cargo de la consumición. A no ser que los militantes le reserven el hotel con el privilegio del crédito total. Acudió Camilo J. Cela a Mallorca a dar una conferencia –contado por él–, y le comunicaron los organizadores del evento cultural que en el hotel tenía crédito sin límite. Cayeron dos latas de caviar y alguna botella de «champagne» que aún están abonando, veinte años más tarde, los organizadores. Tengan cuidado y medida los militantes.
De Sevilla, viajará a Málaga para su segunda reunión con la militancia socialista. Esta segunda etapa tendrá lugar en marzo de 2018. Pueden estar tranquilos los militantes de Málaga. Y no prolongo mi artículo, porque sinceramente, no hay más chicha que comentar.
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