Toni Bolaño
La gran mentira
Dicen que CiU y ERC han alcanzado un pacto de legislatura que marca la hoja de ruta para la celebración del referéndum en 2014. No se dejen engañar. No es oro todo lo que reluce. El acuerdo por la inestabilidad y la inoperancia que han alcanzado los nacionalistas no va más allá de la necesidad. CiU necesitaba apoyos para sus políticas de recortes (4.000 millones de nada el próximo año) y Artur Mas justificar su desaguisado electoral y no marcharse a casa. ERC también necesitaba asumir un nuevo protagonismo. No podía quedarse al margen del Ejecutivo y arriesgarse a ser acusada de dar al traste con las aspiraciones independentistas. Necesitaba dar una pincelada a las políticas de recortes. Lo ha hecho con un listado de impuestos y cerrando una fecha en el horizonte para hacer una consulta que lleve a Cataluña hacia la independencia.
Sin embargo, el nudo gordiano del acuerdo es endeble. El referéndum se celebrará en 2014, o no. Si los dos partidos se ponen de acuerdo estipularán una prórroga, dice el pacto. O sea, que puede no hacerse. Pero los dos, CiU y ERC, y su desconfianza mutua, les han llevado a pactar una entelequia con la que contentar a la masa soberanista.
La evidente debilidad de Mas le ha llevado a echarse en brazos de ERC. Es su particular huida hacia adelante. Su viaje a ninguna parte. De hecho, el acuerdo tampoco recoge que la consulta sea legal o no. Y un dato, aquel tan cacareado «Cataluña nuevo Estado de Europa» se ha quedado en el imaginario nacionalista sólo como «Cataluña nuevo Estado». El portazo de Europa a las veleidades nacionalistas seguro que algo ha tenido que ver.
Los republicanos pretenden con el acuerdo iniciar su particular «sorpasso» con CiU en una especie de «abrazo del oso». Mas, a la vuelta del verano, se volvió independentista y ERC recogió los frutos en el plebiscito. El líder nacionalista, compuesto y sin novia, pensó en irse la noche electoral. Se quedó y no le quedó otra que alcanzar un acuerdo para mantener el poder.
El precio. Alto, sin duda. Unió Democràtica está que trina porque no entiende el viaje hacia la socialdemocracia de Mas. Hasta nueve nuevos impuestos serán aplicados por el nuevo Gobierno. El empresariado no da crédito a lo que está pasando. Hasta en su diario de cabecera –La Vanguardia– todo son lamentos. El precio más alto es para los catalanes. Nueve nuevos impuestos les caerán como una losa, una más, supuestamente para conseguir la independencia. Mas ha lanzado su cortina de humo para ocultar el doloroso camino que les espera a los ciudadanos. Se han agarrado a una posible consulta en 2014 como a un clavo ardiendo. Han apelado a la emoción. Se han entusiasmado tanto que hasta dan por ganado el referéndum cuando ni tan siquiera está convocado, se desconoce la pregunta y el pueblo no ha votado. Es la lógica nacionalista. Para serlo no hace falta tocar de pies en el suelo. No hace falta analizar la realidad, simplemente imaginar un escenario idílico y convertirlo en dogma de fe.
ERC apoyará mañana la investidura de Mas que iniciará una investidura en la que las emociones fuertes están garantizadas. Cuando ERC formaba parte del tripartito hizo de la inestabilidad una constante. Ahora que está fuera del Gobierno la inestabilidad será un tsunami. Al tiempo que Mas y Junqueras cerraban el pacto, ERC votaba a favor de dos comisiones de investigación en el Parlament. El calvario le espera a Mas.
El pacto de la inestabilidad y la inoperancia nace con fecha de caducidad, ese etéreo de 2014. Nace con fuertes dosis de fracaso y frustración para un futuro cercano. Nace con los días contados. Algunos hablan de meses y en junio vuelta a las urnas. Otros más optimistas auguran que Mas durará unos presupuestos. Los segundos serán una barrera infranqueable. Estamos en el momento de mucho ruido y pocas nueces. En la gran mentira.
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