Agustín de Grado
La herencia
Que Zapatero llegó al Gobierno sin saber de economía lo descubrimos gracias a aquel micrófono indiscreto. «Lo que tú necesitas saber para esto son dos tardes», le tranquilizó Jordi Sevilla. Cuando la crisis llegó, el presidente trató de esconderse en falsedades que hoy, gracias a la memoria imperecedera de Youtube, despiertan primero la carcajada y, después, la indignación. Lo hemos olvidado, pero cuando Zapatero llegó a La Moncloa la prima de riesgo española no existía. Era Alemania la que se comparaba con el diferencial español. Y las cuentas del Estado registraban superávit. La recesión sorprendió a Zapatero. Intentó que mirásemos para otro lado mientras pudo. Cuando no le quedó más remedio que asumir lo evidente, rompió el sentido común. El que ha permitido a dos ancianos de Soria convertirse en gurús de esta crisis sin necesidad de más lecciones que las de la vida misma: «Si ganas cinco duros y te gastas seis, ya se ha jodido la economía». ¡Vaya si la jodió! Durante cuatro años, Zapatero gastó cada año 100.000 millones más de los que tenía. Y donde no había agujero, creó un socavón. Es lo que Rajoy recibió como herencia: un déficit del 11% y un endeudamiento del 72% del PIB, el más alto desde 1913.
En esta semana de balance de Gobierno no es posible un juicio ponderado sin recordar de dónde venimos. Rajoy puede ser criticado por muchas cosas (llegó sin un plan preciso, incumplió promesas importantes, remolonea en algunas reformas imprescindibles y padece una comunicación mejorable). No, desde luego, por desconocer lo que Jordi Sevilla debió enseñar a Zapatero y no hizo: no existe salida, nunca la habrá, gastando más de lo que se ingresa. Ahora es fácil desplegar la pancarta contra los recortes. Pero de donde no hay, no se puede sacar. Palabra de Moisés Ciriano. Descanse en paz.
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