Manuel Coma
La impostura de Putin
¡Cómo es posible, Dios mío, cómo es posible, que alguien tome lo que dice Putin por su valor semántico y no como la guerra perpetua por otros medios que realmente es, en este caso por medio de palabras falaces! Es patético que todo Occidente reciba la más leve dulcificación de su retórica como un cambio de actitud que nos proporciona un rayo de esperanza. Son giros tan rápidos de una cosa a su absoluta contraria que sólo pueden servir como medida instantánea de la obstinada ceguera euroamericana y como gratificante demostración a su virtuosismo en el arte de dejarnos en ridículo ante su clac doméstica y externa. ¡Hasta se ha dado por buena la luctuosa farsa de que los prorrusos del este de Ucrania se le rebelaban y –«con el debido respeto», según propias palabras– seguían adelante! Hará lo que le venga en gana, invadirá o no según valore el balance de ventajas e inconvenientes y cualquier repliegue será puramente táctico, hasta que encuentre el momento propicio de volver al ataque. Le está saliendo muy barato, prácticamente gratis, y en política interna ha barrido cualquier atisbo de oposición con mucha más eficacia que todas las duras medidas represivas contra nutridas manifestaciones contra el fraude en las parlamentarias de 2011 y presidenciales de 2012.
Cierto que en cualquier consulta popular mínimamente limpia los suyos no tienen las más mínimas posibilidades de ganar. Son francamente minoritarios. Su control puntual de unos pocos edificios en unas pocas ciudades no les permite abrir más que un número minúsculo de supuestos colegios electorales. Pero ¿qué más da? Los poquísimos que participen estarán a favor y eso les basta a ellos y a su padrecito zar. En todo caso, el objetivo no son los resultados, sino mantener y fomentar el caos. Cuanto más y más violento, mejor. Y no es ya que eso sirva de pretexto a la invasión. Más bien puede servirle a Putin para ahorrársela. Pero sirve para seguir ahondando en el hundimiento del país y en la impotencia de Occidente. De inmediato le serviría para descalificar las elecciones presidenciales organizadas por el Gobierno, para lo que Putin no se mostrará muy exigente; le bastará un poco de desorden en algunos lugares, se conforma con un puñado cadáveres, aunque cuantos más mejor.
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