Política

La luna de la liebre comunista

La Razón
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Antiguamente se decía de la liebre que vivía mil años y que encanecía al envejecer. Pues en ésas estaba Izquierda Unida, quinquenio tras quinquenio, hasta que sus hijos bastardos de Podemos la engulleran como lebreles. Alberto Garzón, la última esperanza comunista, ha pasado en poco más de una legislatura de citar a Marx y Gramsci en los debates del Congreso a pordiosear el destello de una cámara para la foto del día siguiente. «Que se me vea bien», pensará cada vez que se presente la ocasión. Al otrora riguroso portavoz de IU se lo siente cada vez menos en las Cortes. Los focos pertenecen a las mareas de Pablo Iglesias, ese Poseidón lobotomizado. Este líder ínfimo puede pasar a la historia por haber desintegrado el viejo PCE en la plasta redentorista de los bolivarianos. Y el político sevillano-malagueño está preocupado. La vieja guardia comunista ya ha levantado la voz en los últimos meses y el joven Garzón, que ha envejecido como las liebres, se mueve torpemente al dictado de sus superiores. Le sucedió esta semana en el Congreso cuando hizo de escudero de Irene Montero, portavoz y porta todo de Iglesias, al presentar la solicitud de la creación de una comisión de investigación sobre la corrupción en el PP. A Garzón, primero y último de su especie, le tocó ese día cuota de pantalla, a decir de Podemos, pero siempre por detrás de Montero. Y así se presentó, con una sonrisa vergonzante a la sombra de la jefa. En la luna, como cuenta el mito chino, podría acabar esa veloz liebre que una vez fue Garzón. Buda tuvo hambre y una liebre se arrojó al fuego. Como recompensa, la deidad envió su alma a la luna. Y allí contará quinquenios, bajo una acacia lunar, triturando en un mortero los polvos y los lodos del elixir de la inmortalidad.