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Cataluña

La politización del fútbol

La Razón
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Al final se podrá hacer apología independentista en un partido de fútbol. Es una muestra de debilidad de nuestro ordenamiento jurídico y un despropósito en todos los órdenes, aunque la decisión del juzgado de lo contencioso administrativo número 11 de Madrid ha considerado que no hay razones suficientes para impedirlo. La decisión, lógicamente, está bien fundamentada, pero también lo estaría si hubiera determinado lo contrario. Lo hace en contra del criterio de la fiscalía. Esto permitirá que los aficionados del Fútbol Club Barcelona puedan exhibir banderas esteladas, que representan sólo a los que quieren destruir España y no al conjunto de los catalanes como sucede con la senyera, en la final de la Copa del Rey. El magistrado ha admitido parcialmente el recurso presentado contra la decisión de la delegación del Gobierno en Madrid, que había recogido la petición de la Federación Española de Fútbol, que ordenó que se impidiera la entrada al estadio de estas banderas independentistas. El titular de ese juzgado considera que no hay razones para restringir la libertad de expresión. ¿Se podría entrar en el estadio del Barça con la bandera española? Es evidente que no lo permiten. En cambio, no nos hemos dotado de mecanismos los suficientemente claros para impedir que se pueda insultar al himno o la bandera de España. Es algo que no sucede en un país tan garantista como Francia en la defensa de la libertad de expresión. La estelada es un símbolo de carácter político que nada tiene que ver con el deporte. Hace mucho tiempo, demasiado, que el independentismo puede actuar con absoluta impunidad en terrenos donde no tendría que ser así. No comparto, como es evidente, sus posiciones, pero respeto que las puedan defender libremente y tienen numerosos medios para hacerlo. No hay más que ver el panorama que existe en Cataluña y los centenares de millones que han dedicado a esta causa ante la desidia generalizada de los gobiernos españoles. Entre el choque frontal y la “rendición” ante esta ofensiva que dura décadas hay un término medio. El independentismo se crece con las cesiones y la debilidad del Estado. Ser catalán es mi forma de ser español y me siento muy orgulloso por esta doble adscripción porque refleja muy bien la pluralidad y la realidad de Cataluña. Los estadios y los equipos de fútbol deberían estar al margen de la política partidista, pero sucede todo lo contrario con el nacionalismo catalán. Esta decisión demuestra la debilidad y las carencias de España.