Restringido
La vanidad del «Pato Cojo»
Es desolador, pero la represión funciona. Si Pinochet no hubiera tenido la ocurrencia de convocar un referéndum en 1988, para preguntar a los chilenos si querían que siguiera en el cargo, jamás se habría sentado en un banquillo y hasta es posible que en 2006, cuando estiró la pata, lo hubiera hecho con la banda presidencial cruzando su pecho. No son la miseria y las ansias de libertad lo que acaba con los tiranos. Si fuera así, un tarado como Mugabe, que ha destruido la economía de Zimbabue y tortura sin remilgos, no llevaría 30 años en el poder. Ni los Kim se pasarían unos a otros el trono comunista en la depauperada, paranoica y angustiada Corea del Norte. Ni los Castro seguirían mandando en Cuba. Un presidente de EE UU puso este domingo pie en la isla por primera vez en 88 años y lo carnavalesco de la visita, en la que Obama llega acompañado por la primera dama, sus hijas, su suegra y una comitiva de 800 personajes, ha disparado el optimismo. Sin fundamento. Para empezar, porque Obama no busca un cambio de régimen en La Habana, como no lo ha pretendido en Teherán. Su idea, y ésa es la razón del deshielo, es que, mejorando la vida de los cubanos, el país acabará democratizándose. Pasa por alto que eso no ocurrirá hasta que la edad y los achaques se lleven de este mundo a Fidel. Y que, después, estará bastante tiempo controlando Raúl el tenderete. El mismo que, unas horas antes de que aterrizase el Air Force One, arrestó a 50 opositores y condecoró al chavista Maduro. Cuba es una sociedad mucho más cerrada y represiva de lo que era España en los años setenta o Chile en los ochenta. Como pasó con el franquismo y con el pinochetismo, el régimen castrista ha gozado apoyo social, pero no se puede obviar que la quinta parte de la población, incluidos los profesionales más preparados, fue obligada a exiliarse. Tampoco que los fusilamientos, la tortura, la cárcel, el espionaje vecinal y la paliza callejera han sido una constante durante medio siglo y lo siguen siendo. Obama disfrutará de lo lindo hoy durante el partido de béisbol entre la selección cubana y los Tampa Bay Rays, pronunciará un discurso memorable y se entrevistará con disidentes, pero sería una ingenuidad pensar que ha empezado la transición hacia la democracia. Lo del «Pato Cojo», que es como denominan en Washington al presidente cuando se vuelve inoperante al final de su segundo mandato, es en este viaje pura vanidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar