Francisco Marhuenda
La verdad frente al apocalipsis
No entendí la intervención de Rubalcaba. Me pareció de aurora boreal. Tras escucharla sólo cabe pensar que Rajoy odia profundamente a España y los españoles al igual que sus ministros y altos cargos. No cabe otra explicación. Es el discurso más rancio que he escuchado en mucho tiempo y rezuma un radicalismo de izquierdas que parece más propio de IU que del PSOE. Esa visión apocalíptica es impropia de un líder serio, porque esperaba una actitud crítica pero responsable. Con su intervención consiguió un protagonismo que es contraproducente, porque era el momento de hacer un discurso sólido reconociendo los aspectos positivos, muchos o pocos, para luego ofrecer su alternativa. Lo único que buscó fue complacer a un radicalismo que nada tiene que ver con la realidad y por supuesto con el centrismo que permite ganar elecciones. Fue desaprovechar la oportunidad, una vez más, para emerger como un líder riguroso y una alternativa de gobierno, pero además se le puso muy fácil la réplica a Rajoy, porque es el heredero de los desastrosos años de gobierno socialista. Los datos eran abrumadores y fue un cara a cara que no decepcionó, pero que tuvo un claro perdedor. Es algo sobre lo que debería reflexionar el líder del PSOE, que encuesta tras encuesta aparece siempre por detrás de Rajoy. Es un caso insólito en la Unión Europea. Es cierto que Rubalcaba considera que los que le criticamos es porque queremos que abandone el liderazgo del PSOE. Es un planteamiento absurdo, porque los problemas los tiene en el interior de su partido y sobre todo de credibilidad ante la sociedad. La única explicación es que quiera encabezar un gobierno de coalición con IU, otros grupos de la izquierda antisistema y los independentistas catalanes y vascos. No hay otra interpretación posible para el discurso del apocalipsis. Rajoy ofreció un discurso y unas réplicas en las que pudo mostrar el escenario positivo, aunque sin euforia, en que se encuentra nuestro país. Fue prudente y riguroso. Lo preocupante es que no hay alternativa. Me gustaría que el socialismo español estuviera en la línea que sus formaciones hermanas en la Unión Europea, pero no lo está. El problema de desorientación y carencia de liderazgo es muy grave. El tiempo favorece a Rajoy porque las reformas han dado un buen resultado, la economía crecerá al 1,5 % y no hay una alternativa coherente. Ahora toca comunicar bien y hacer política.
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