Enrique López

La verdad sobre todo

La Razón
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A veces nos enfrentamos a noticias que resultan sorprendentes, y así hace unos días podíamos leer que el Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de Holanda había detectado un incremento de contagio de piojos entre los alumnos de secundaria, y se podía deber a la fiebre de los «selfies», y ello tras un estudio que reveló que lo «selfies» favorecían la expansión de este insecto, y por si no éramos capaces de entender semejante revelación, nos explican que este método fotográfico requería de una aproximación de las cabezas de los niños holandeses que obviamente favorecían el traspaso del bicho, y la pregunta es si para tan afinado análisis científico hacía falta invertir recursos y tiempo en la elaboración de tan sesudo estudio. Por otro lado, nos acerca a la frivolidad en la que vive instalada la sociedad occidental. El mundo está lleno de contradicciones, y no exento de cierto grado de superficialidad a la hora de afrontar ciertos temas. Obviamente este estudio tiene el interés que tiene, pero la cuestión grave se produce cuando los estudios afrontan temas de verdad importantes para la sociedad, y muchas veces dramáticos. En esta línea se encuentra anualmente una estadística europea denominada AROPE, por sus siglas en inglés, acrónimo que en español representa el riesgo de pobreza o exclusión social. La misma estableció en su última edición que el 29,1% de los hogares españoles se hallan «en riesgo de pobreza o exclusión social», cifra que si se analizan los criterios de determinaciones presenta un significado bastante diferente de lo que habitualmente suele entenderse por pobreza. No voy a hacer un estudio de sus criterios, pero cuando menos se pueden calificar de desafortunados, porque con los mismos casi un noventa de la población mundial viviría en este riesgo de pobreza. El tema es tan importante que merece una reflexión responsable para poder acometer una lucha racional y efectiva contra la pobreza real, y en concreto contra las causas que la generan, tratando de esta forma de remover los obstáculos que determinaran desigualdades sociales que provocan los riesgos de exclusión. Situar a casi una tercera parte de la población española en este riesgo es tan erróneo como irreal, y hace que cualquiera política de remoción de las desigualdades parta ineficaz desde su inicio. España es un país con una fuerte cohesión social, y con un grado de solidaridad poco alcanzable en países de nuestro entorno, que hace que compararnos con países como Rumania o Bulgaria sea una auténtica barbaridad. Esta cohesión social y este grado de solidaridad viene determinado por una suerte de políticas sociales no privativas de partido político alguno, a pesar de lo que se dice, y más en periodos electorales, de los que parece no podemos despegarnos. Por el contrario, son fruto de un consenso social y político alcanzado hace ya muchos años, y que debería tener como consecuencia la expulsión de absurdas demagogias en los idearios políticos. La solución definitiva siempre se encuentra en el aumento de empleo, porque como decía Benjamín Franklin el hambre pasa por delante de la casa del hombre laborioso, pero no se atreve a entrar en ella.