Elecciones Generales 2016

La vida extra regalada

La Razón
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Todos los sondeos daban por finado al PSOE. MyWord, Metroscopia, Sigma Dos, GAD3, por poner algunos ejemplos, no sólo arrojaban, estudio tras estudio, el manoseado «sorpasso» de Podemos sobre el PSOE, sino que alguno de sus directores/as sentaban cátedra con los periodistas que después informaban a la sociedad española.

El problema que subyace es que cuando una encuesta ve la luz cambia la realidad, crea una nueva opinión e incluso puede movilizar el voto en un sentido u otro. Por eso los sondeos tienen un grado de interés público por encima de los intereses comerciales.

Otro de los daños colaterales son las expectativas que crean. De esta manera, se defenestra o se salva la supervivencia de un líder no según sus resultados, sino en función de si supera o no alcanza las expectativas que han creado esos sondeos.

Los partidos deberían realizar reflexiones más serenas. Las urnas han emitido muchas señales. En primer lugar, que el sueño de Anguita debe seguir esperando. Uno de los perdedores ha sido precisamente el Sr. Alberto Garzón, que ha disuelto gratuitamente Izquierda Unida. No sabemos nada de él desde el domingo, excepto que la palabra responsabilidad y dimisión son desconocidas para su persona.

Al Sr. Pablo Iglesias le han vapuleado los medios de comunicación por no haber alcanzado las expectativas que se habían creado. Sin embargo, no es uno de los que ha perdido, ha mantenido lo que tenía. Su problema real es otro más grave, es que le han dicho los electores que prefieren el original al sucedáneo y que el traje de socialdemócrata le queda mal, que no convence.

Al Sr. Albert Rivera le han indicado con luces de neón el camino. Puede pedir a la Sra. Rosa Díez que le preste su cuaderno de bitácora, lo ha hecho mal y ha empezado la nueva legislatura peor. Por cierto, echar la culpa de su fracaso a la ley electoral es un insulto a la inteligencia.

El PSOE ha tenido un serio aviso. Una avezada periodista ha publicado en Twitter que «si el Partido Socialista fuera sensato, aprovecharía la vida extra regalada». El alivio que sienten algunos de sus dirigentes porque no se han cumplido las profecías de las mentes preclaras de la sociología y de los sondeos es un error o un acto de egoísmo extremadamente peligroso para los socialistas.

El PP ha superado en 2.500.000 votos y 52 diputados al Partido Socialista. En sólo seis meses el PSOE ha perdido 5 diputados y ha pasado del peor resultado de su historia a otro aún peor.

Es momento de afrontar públicamente lo que la mayoría de dirigentes comparten en privado. Es urgente y necesaria la reconstrucción del proyecto socialista y la configuración de un nuevo liderazgo.

La asunción de responsabilidades es resultado de un escrutinio colectivo pero al PSOE le iría mejor sustituirlas por la generosidad de un paso atrás y la retirada de quien lo intentó con toda su inteligencia pero no pudo.

En eso consiste aprovechar la vida regalada, en hacer emerger un nuevo líder capaz de fortalecer socialmente el proyecto del socialismo democrático. Sólo así el centenario Partido Socialista recuperará el espacio que tiene en usufructo la formación podemita. Los ciudadanos no quieren a los morados, quieren al PSOE, eso sí, a otro PSOE distinto a éste.

Al Sr. Mariano Rajoy se le han terminado las vacaciones «en funciones» que está disfrutando, ahora le corresponde formar gobierno. Los electores le han dado un susto y una cura de humildad, tiene que dialogar con muchos para ser investido, pero no puede volver a jugar al juego de la renuncia. Por su parte, a los socialistas les queda liderar la oposición y celebrar su Congreso cuanto antes.

En Italia, seis científicos y un ex funcionario del gobierno fueron condenados a seis años de prisión por realizar un «análisis superficial» del riesgo sísmico y haber dado una falsa sensación de seguridad a las personas antes del terremoto que en 2009 azotó a L’Aquila. No queremos eso para los responsables de los caros sondeos electorales. Nos conformamos con que ahora dejen de opinar sobre los acuerdos que prefieren o no lo ciudadanos, más que nada porque no dan una.