José María Marco
Lecciones morales
Es dudoso que la filtración de algunos datos de la declaración fiscal de Esperanza Aguirre perjudique a su candidatura a la alcaldía de Madrid. Quienes lo hayan hecho no parecen haber tenido en cuenta que Esperanza Aguirre es de los pocos ex presidentes de comunidades autónomas, por no decir la única, que no viven de un sueldo público. Tampoco ha tenido en cuenta que, una vez pasada la sorpresa sobre la cifra, no resulta una cantidad desorbitada, ni mucho menos. Habrá que ver, por ejemplo, qué cobran o han cobrado otros políticos españoles por desempeños similares. Y por si fuera poco, los responsables de la filtración no han tenido en cuenta que, a pesar de todos los esfuerzos que se vienen haciendo desde hace ya mucho tiempo, en la opinión pública española, y aún menos en Madrid, todavía no se ha conseguido crear la atmósfera de resentimiento, ansiedad y envidia podemito-socialista que justifica el repudio y linchamiento de una persona por el solo hecho de ganarse con soltura la vida. No es así como se mejorará la sociedad española. Al revés, lo único que se conseguirá es que vaya a peor.
Muy pocos votos dejarán de respaldar a Esperanza Aguirre por este asunto. Tampoco es probable que haya votos del PP que se desvíen hacia el PSOE, Ciudadanos o Podemos por esto. Es incluso posible que ante el ataque, más de un votante indeciso acuda el domingo a respaldar a la ex presidenta. Lo que sí ha quedado claro, en cambio, es que quienes hayan filtrado la declaración no dudan en saltarse la Ley en beneficio propio. Caben pocas dudas de lo que pueden hacer desde el poder político. Cometer un delito con intencionalidad política, disfrazado además de medicina purificadora, tiene consecuencias...
En cuanto al debate que esto abre acerca de la transparencia de los cargos públicos, hay que recordar que la declaración de Esperanza Aguirre se refiere a un año en el que no estaba ejerciendo un mandato político. Que vivamos en un mundo en el que la noción de vida privada se está disolviendo y lo que antes era secreto resulte cada vez más difícil de preservar de la mirada pública no quiere decir que quienes tengan acceso a datos confidenciales por su cargo o por su profesión puedan actuar en contra de lo que es su deber. Ninguna búsqueda de la ejemplaridad justifica la caza de brujas. Lecciones morales, desde esta perspectiva, las menos.
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