Selección Española
Libertad
La semana pasada, mi amigo y excelente estudiante Sergio Vimbela se ha ido de viaje de fin de curso con su clase a Barcelona, ciudad cosmopolita y llena de encantos. Pero les han hecho una recomendación (con ruego de que se siga al pie de la letra) de que no lleven signo alguno externo de la bandera de España o de la Selección española de fútbol, llamada por periodistas y asimilados «La Roja», y, así, tapar las malas conciencias de aquellos que quieren apoyarla, pero sin el hermoso adjetivo que la define en el mundo entero. No concibo que ningún colegio de Barcelona planifique un viaje a Madrid de sus estudiantes y les hagan recomendaciones de este tenor. Me cruzo muchas veces en la calle o en el metro con personas de edades diferentes y enfundadas en la camiseta del Barça (noble equipo hasta que se politizó por sus incapaces y lameculos dirigentes, amén de defraudadores de Hacienda) y la gente pasa a su lado sin que se le pase por la cabeza ninguna ocurrencia al respecto. Todavía estoy esperando a las feministas, esas que se ponen de los nervios si no hacemos el doblete de género gramatical con unas declaraciones contundentes condenando la agresión a esa dos mujeres que sólo hacían propaganda de la Selección en una carpa al aire libre. Esas feminazis nacionalistas, expertas en «soluciones habitacionales» (carrera de Grado muy solicitada en toda Europa) que hacen distinciones entre mujeres de primera y «españolistas». Barcelona, que era la ciudad más cosmopolita de España, con un nivel cultural excelente, se ha convertido en una ciudad intransigente donde se señala a quienes no comulgan con las ideas independentistas. La acabarán convirtiendo en un gueto casposo en inhabitable. La libertad es el patrimonio inmaterial de la humanidad que, junto con la vida, debería respetarse sin añadirles adjetivo alguno.
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