Cristina López Schlichting

Llanto por Cataluña

La Sagrada Familia es en muchos aspectos un homenaje a España. En el museo del templo expiatorio se recogen planos de Gaudí –curiosamente ninguneados– dedicando distintos elementos arquitectónicos a las provincias y territorios españoles, que él amaba profundamente. Somos muchos los que estamos orgullosos de la prosa (castellana y catalana) de Josep Plá, la aportación medieval de Ramón Llull o, simplemente, de que el Cristo que llevaba la nave de cabecera en la españolísima batalla de Lepanto esté en la catedral de Barcelona, por la extraordinaria contribución aragonesa a la pelea. Pero realidad y política circulan hoy en Cataluña por carriles distintos. La hipotética salida de la autonomía de Europa tendría consecuencias gravísimas. Naturalmente que Cataluña podría seguir pagando con euros, pero no podría acuñarlos: tendría que comprarlos a la UE y desde luego establecer moneda propia. Qué atraso. Igualmente perdería la libertad de movimientos de personas y mercancías en la unión y tendría que pagar aranceles. Renunciaría para siempre a los fondos europeos, como los Feder o los Pac. Y para entrar algún día en la Unión Europea necesitaría el voto de España –porque los estatutos exigen unanimidad en las nuevas admisiones–. Además es claro que varios países importantes jamás le darían su apoyo porque no están dispuestos a ver troceados por conflictos nacionalistas sus propios territorios (véase Francia, Italia o Bélgica). A pesar del problemazo que se les viene encima, los comentarios de los dirigentes catalanes son extraordinariamente irresponsables. Repiten a quien quiera oírlos mentiras como que «será fácil entrar en la UE» o que «en ningún sitio está escrito que Cataluña tenga que dejar el euro». La consecuencia es la desinformación. En mi twitter, por ejemplo (@crisschlichting) dice Daniel Serrano Miró: «La ley es interpretable y depende con el cariño que la mires puedes decir unas cosas u otras». Supongo que ideas tan poco científicas se infieren de la impunidad con que la Generalitat incumple tantas resoluciones de los tribunales. Gregorio Morán, sabio articulista de «La Vanguardia», está convencido de que no habrá ruptura con España y de que se alcanzará un acuerdo económico porque hay demasiada inteligencia y sentido práctico en los catalanes. Yo me inclino a pensar lo mismo. Pero lo que ciertos abyectos políticos catalanes han conseguido entretanto es, en primer lugar, que muchos ciudadanos de la autonomía crean falsamente que el resto de los españoles les odiamos y, en segundo, que este resto de los españoles se sienta cansado y despreciado y «pase» cada vez más del futuro de Cataluña. Al final, la mezquindad de unos pocos nos perjudica a todos.