Fernando Vilches

Lo público y lo privado

Cuando en cierto ministerio llegaba el nuevo ministro, el oficial mayor saludaba a este con un escueto «Bienvenido, eventual». Porque los políticos, todos, son –o deberían ser– eventuales, al igual que debería ocurrir con los líderes sindicales: un tiempo al servicio de... y, luego, a trabajar o a buscarse la vida como todos los españoles. Muchos políticos y líderes sindicales no saben lo que es trabajar de verdad. Y, a la vista de los últimos acontecimientos, uno se pregunta: ¿qué tendrá la derecha que quiere privatizarlo todo? Incluso la Administración pública, con la que parece que quieren acabar a golpe de rebajas, congelaciones y toda clase de ataques y de calumnias sobre los funcionarios para que la sociedad aplauda todas estas barbaridades que se han cometido con ellos. Tras el convulso siglo XIX, en el que cuando un partido perdía las elecciones se cambiaba toda la Administración pública, con lo que esto supuso para el progreso de nuestra nación, se creó el cuerpo de funcionarios públicos. De ahí que, tras duras oposiciones, los que hemos accedido a la función pública por unas pruebas de mérito y capacidad, a las que cualquier español puede presentarse, tratamos de defender lo público (sanidad, educación, seguridad, administración...) ante los caprichos de los políticos de turno. Ahora, en Madrid, les ha dado por desmantelar algunos hospitales públicos porque «hay que ahorrar 533 millones de euros». ¿Quieren ideas?: eliminen el inútil Senado; bájense realmente los sueldos todos los políticos; reduzcan diputados y concejales; supriman organismos y empresas públicas innecesarias. Es decir, tomen alguna –¡una!– medida que perjudique a la casta política y verán cómo se ahorra muchísimo dinero. ¿Y qué tendrá la inmoral izquierda actual que todo lo quiere público y a expensas del «papá Estado»? Feliz Nochebuena.