Juegos Olímpicos
Lo que queda de río
Los tramposos entre rejas, triste consuelo para tanta trapacería; pero Madrid sin Juegos Olímpicos, tras una derrota honrosa, la de 2012, y dos sonrojantes, las del 16, elogio polichinelesco del pucherazo, y el 20, nublada ambición por la crisis económica... y por la infinita desfachatez del COI y los faroles de Tokio. El Comité Olímpico Brasileño (COB), suspendido por el Internacional hasta nuevo aviso y el adalid de los primeros JJOO suramericanos, en chirona. Demasiado tarde, al talismán Nuzman le han descubierto los ases en la bocamanga mientras aún planea la sombra de Lula.
Aquellos presagios en los prolegómenos de la Asamblea oficiada en Copenhague, en octubre de 2009, no fueron suficientes señales de alarma para el sátrapa Jacques Rogge y su prole de estómagos agradecidos. Con calzador colaron la candidatura de Río, que no alcanzaba los mínimos niveles de calidad, y después del aviso a navegantes la eligieron sobre una serie de patrañas, ficciones y múltiples sospechas de compra de votos que sólo ocho años más tarde han aflorado cual clavel reventón. A Carlos Arthur Nuzman le han metido en prisión al tiempo que le han destapado varios kilos de oro en un banco suizo. Corrupción augurada y, cuando el daño ya está hecho y resulta irreversible, demostrada.
En 2013 el descojone olímpico fue perpetrado un 7 de septiembre en Buenos Aires. De nuevo las ilusiones de Madrid estrelladas en la cuneta mediante maniobras tan taimadas y volantazos tan exagerados como cuatro años antes en Dinamarca. Tokio también compró unos JJ OO prometiendo fondos que ya ha utilizado para otras goteras. Demasiado tarde cundió el ejemplo de la contención en el gasto de la candidatura madrileña; paradigma cuando ya no sirve. Lo que queda de Río es miseria y condena. La madre que los parió.
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