César Lumbreras
Los galos, a lo suyo
Los agricultores galos han vuelto a atacar camiones cargados con frutas españolas. Sucedió el primer fin de semana de julio en Perpiñán. Ha sido la primera vez este año, pero podría no ser la última a la vista de cómo se presenta la campaña de fruta dulce, con un solapamiento de las cosechas de melocotón y nectarina de España, Italia y Francia, lo que ha provocado un aumento de la oferta en los mercados y la bajada de los precios. Cuando se presentan estas situaciones, los agricultores galos la toman contra la mercancía procedente de España, a la que culpan de todos sus males. Generalmente las autoridades del país vecino, que hoy celebra su fiesta nacional, hacen la vista gorda ante estos desmanes. Su actitud queda resumida muy gráficamente en las declaraciones del prefecto de los Pirineos Orientales, que condenó los actos porque sus autores cortaron las carreteras con el consiguiente peligro para los automovilistas en uno de los fines de semana de mayor tránsito en todo el año, pero pasó olímpicamente de condenar la destrucción de las frutas españolas y de garantizar la libre circulación de mercancías por el territorio de la UE. El pasado viernes tuvo lugar una reunión del comité tripartito hispano-italo-francés del sector de las frutas y hortalizas con el fin de buscar una solución a los problemas puntuales de mercado existentes y evitar que vuelvan a suceder estos hechos. Eso está muy bien, pero, además, el comisario Ciolos debería exigir a las autoridades francesas que garanticen la libre circulación de mercancías y que lo hagan de verdad. Mientras tanto, aquí podría ponerse en marcha una operación de ayuda alimentaria para retirar fruta del mercado, entregándola a organizaciones caritativas. Es complicado, pero no imposible. En ello se está.
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