César Vidal
M... el último
Contemplo a mi interlocutor con pesar. Es bastante más joven que yo, pero se le nota cansado, abatido, me atrevería a decir que harto. «Me retiré de la política hace más de un año y créeme que no me arrepiento», me dice apesadumbrado. Lo creo. «Es que es posible salirse de la política, ¿sabes?», continúa. «Hay momentos en que tienes que marcharte...». Guardo silencio. «Lo de mi partido es para contar y no acabar...», musita bajando la cabeza y, por un momento, me parece que puede romper a llorar. «A los líderes, España hace ya mucho tiempo que dejó de interesarles. Y lo peor es que tampoco les importa el partido. Ahora mismo en lo único que están es en conservar su puesto». No lo interrumpo. Resulta obvio que necesita descargarse. «La consigna es “maricón el último”. Aferrarse al poder que pueda quedar después de las elecciones y nada más. Tu me dirás... ¿Qué se puede esperar de un partido en el que para acabar con posibles rivales se filtran informaciones que los dañan? Ya todo está en que nadie me quite el puesto o en lo que engancho, y si tengo que llevarme por delante a un compañero, pues me lo llevo...». «Sí, es muy lamentable», me veo obligado a reconocer. «Y ya no es sólo ese navajeo... Dime tú adónde vamos con el cabeza de lista... Dímelo tú que eres persona inteligente porque yo lo único que veo el desastre». «Tampoco es que haya mucha alternativa», intento consolarle. Alza las dos manos en un gesto de desaliento. «¡Y anda que el resto del ganado!», prosigue, «¿a quién se le ocurre ir a visitar a un dictador y luego presentarlo como un tanto? Hay que ser un imbécil integral... bueno, entre nosotros, siempre lo fue». «Seguramente ha pensado que era lo mejor», intento suavizar su pena. «¡Venga ya! Siempre ha sido un idiota y te lo puedo decir yo que lo he tenido muy cerca. Lo que pasa que siempre le ha podido el protagonismo...». Hace una pausa que aprovecha para beber un poco de agua. Por un instante, hasta me parece que puede sacar del bolsillo un pastillero con un psicofármaco y buscar un alivio más contundente. «No te quiero aburrir contándote el pasado, pero te digo que si hoy tuviera que entrar en el partido, no lo haría. Es más: ojalá lleguen los otros a un acuerdo con Ciudadanos y gobiernen y así podamos regenerarnos porque ahora todo se reduce a “maricón el último”».
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