Julián Cabrera
Machete y las matemáticas
Me cuento entre ese elenco de estudiantes de la etapa puente entre el antiguo Bachillerato –ya saben, el genuino del «sexto y reválida»– y la llamada «EGB», que no supimos superar el trauma de esa bicha que suponía la asignatura de matemáticas. Y en la seguridad de que muchos de los que se arrogan la etiqueta «de letras» comparten esa espina estudiantil, lo que ahora sigue resultando extremadamente indicativo es que décadas después puede que estemos peor a tenor del último informe Pisa. Las matemáticas, lejos de suponer un gimnástico entretenimiento mental, continúan referenciando parte del fracaso escolar en España. Nuestro deficiente nivel por debajo de la media de la OCDE en las materias troncales no puede ventilarse exclusivamente en términos de trifulca ideológica, máxime en un país donde los grandes partidos han sido incapaces de cerrar algo tan esencial como un pacto de Estado por la Educación.
La cantinela de los recortes en el caso de las matemáticas tiene escaso anclaje y ahora que la «ley Wert» está aprobada, el ministro autocalificado de «machete en la jungla» tendrá que tirar no de machetazos sino de finos regates para convencer a sus eventuales sucesores de que la suya no tiene porqué ser una ley derogable.
Los datos de Pisa han sido tan demoledores en materias que importan como las matemáticas, que la reforma de «machete» merece una mínima oportunidad, salvo que queramos que continúen proliferando traumatizados como el que suscribe, dado que me resultaba más reconfortante la redacción sobre «tus vacaciones de verano» y darle a la imaginación, que ahogarme en fórmulas, signos y derivadas con las que el repelente pitagorín del pupitre compartido se daba un homenaje sólo proporcional a lo que le aguardaba en la escalera camino del recreo.
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