Francisco Marhuenda
Magisterio mayúsculo
Don Vicente era el maestro que hubiera querido tener cualquier historiador. En todos los sentidos era una persona extraordinaria. Fue uno de los grandes historiadores y un español que llevaba su patria en lo más profundo de su ser. Un hombre bueno hasta la extenuación, que deja una senda llena de afectos y una obra de extraordinaria calidad. Don Vicente Palacio Atard tuvo una vida plena que explica la sólida trayectoria de un historiador que ha sido y será de referencia imprescindible. Era académico numerario de la Real Academia de la Historia, con la medalla número 35, desde que tomó posesión el 24 de enero de 1988. Era catedrático desde 1948 en las Universidades de Barcelona, Valladolid y finalmente en la Complutense, donde se jubiló en 1986. Su trayectoria académica estuvo plagada de los éxitos que conlleva el trabajo serio y riguroso. He tenido la suerte de conocer a algunos de sus discípulos y a sus compañeros de la Academia que tanto quería. En los últimos tiempos no podía asistir a las sesiones, pero Don Vicente tenía el magisterio que otorga la fuerza de una vida dedicada a la Historia, a sus alumnos y sus discípulos, que han tenido, también, trayectorias muy brillantes. Los periodistas somos modestos «historiadores» de lo inmediato y lo efímero, aunque luego la prensa sirva como fuente para la Historia grande, de la que Don Vicente era uno de sus máximos exponentes. Los periódicos somos fuente muy útil para los historiadores porque, a pesar de esa rapidez con que se cuentan las noticias, también es cierto que ofrecen el relato de la actualidad como hicieron los cronistas desde la Edad Media. Cuando tuve que elegir un libro para mis clases de Historia de España a futuros profesores en la Universidad Rey Juan Carlos opté por «Nosotros, los españoles», una obra que merece ser reeditada permanentemente. Al salir de clase ayer por la tarde me enteré de que Don Vicente nos había abandonado. Les había explicado utilizando sus palabras la Hispania Romana y su importancia para la formación de España. Nuestro paso es breve, pero en su caso, muy fructífero porque fue un gran hombre.
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