Política exterior
Malditas cumbres huecas
- «¿Quién es ese?»
-El primer «damo» de Luxemburgo, señor (algo así debieron responderle a Trump sus colaboradores cuando reparó en el chico de la foto, con su mujer y las demás féminas de la OTAN).
Por pionera y positiva, la imagen ha dado la vuelta al mundo, pero la Casa Blanca la ha recogido sin nombrar al simpático luxemburgués, verdadera estrella del posado, que me disculpe la eslovena. Error garrafal y nuevo gesto que evidencia la involución del país de la Estatua de la Libertad.
Apañados están los comunicadores de su primera gira extranjera. En la web de la Casa Blanca, al explicar el viaje que iba a emprender el presidente, confundieron las fronteras de un país tan estratégico como Israel. Varias horas duró el fatal desliz. Una ministra israelí comentó al respecto: «Espero que sea solamente la ignorancia, y no la política». Vete a saber en que quedó la cosa. Sí conozco, como tú, la infantil dedicatoria de Trump en el libro de visitas del Museo del Holocausto, espejo de su alma. Aceptemos que el hombre que nos manda a la mayoría no es más que un empresario listo, empresario con circo. Melania y su cabeza –cubierta o no–, Melania y sus desplantes al marido –buscados o no– han llamado más la atención que las entrevistas de Trump, afanado en que su política internacional se desdibuje en beneficio del bien doméstico. Se ha divertido con los árabes y ha comulgado con los judíos, para eso tiene cerca a su críptico yerno que, encima, hace buenas migas con los rusos. Lástima que el altanero magnate guarde tan poco respeto a los líderes occidentales. Se marchó de Taormina sin ratificar el acuerdo contra el cambio climático. En Bruselas, además del manotazo despreciable al premier montenegrino, riñó en público a sus socios de la Alianza por lo poco que gastan en Defensa y avanzó que los americanos dejarán de comprar tantos coches europeos. ¡Qué le importa a él el libre comercio!
Mientras, en el patio trasero de Sicilia, cientos de inmigrantes rescatados en el mar esperaban, hacinados, a que acabara la función. Se apagaron las luces del G7 sin una mínima alusión al problema de los refugiados. Atacamos al de la rubia cabellera, pero, a este lado del charco, nuestros ilustrados y proteccionistas mandatarios practican su mismo idioma. Se nos acumulan las personas indefensas en la puerta de casa. Malditas cumbres huecas.
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