César Vidal

Mas y el lobo

Uno de los presidentes más relevantes de la Historia de Estados Unidos contaba el siguiente relato: un campesino se encontró con un lobo en el bosque y, para defenderse de él, lo agarró del rabo. Al instante, ambos comenzaron a moverse en círculo. En ese momento, apareció otro lugareño que se apresuró a decir: ¡suéltalo! El campesino respondió: es lo que quiero hacer, pero ¿tú crees que el lobo lo entenderá? He recordado esta historia al conocer el último anuncio patético de Artur –antes Arturo– Mas. El nacionalismo catalán ha sido históricamente una gigantesca mentira lo que explica su aparición más que tardía y su fracaso inicial reconocido por Cambó. La clave de su éxito reside en que ha permitido aglutinar los intereses de determinadas élites con unos sentimientos populares fácilmente excitables. Se trataba de amenazar con la independencia para obtener un trato de favor sustentado en una población crecientemente embobada. Durante décadas, el invento ha funcionado y así, por ejemplo, más del treinta por ciento del déficit de 17 CC AA lo acumula Cataluña. Sin embargo, un sector importante de las masas aborregadas demagógicamente –y que nunca estuvieron en el secreto– quiere desde hace tiempo ir a la Tierra prometida de la independencia, ese terreno donde, precisamente, ni Cataluña podría descargar su déficit sobre el resto de España ni sus élites aprovecharse de la pertenencia a una nación común. La novia a la que se han beneficiado los nacionalistas prometiendo que se casarían con ella anhela ahora que le hagan buena la palabra de independencia dichosa y el problema es cómo incumplirla y, a la vez, conseguir que siga dispuesta a abrir las piernas. Porque, se mire por donde se mire, Mas va a quedar como Rufete en Lorca. Por supuesto, si Cataluña lograra conseguir un concierto como el de las Vascongadas o Navarra, podría quizá salvarse, pero es que, precisamente, los conciertos vasco y navarro deben también desaparecer. Por lo tanto, sólo le queda intentar calmar a los que tradicionalmente han respaldado al nacionalismo catalán diciendo que no se preocupen porque seguirán vendiendo en el resto de España y, si es posible, hasta en mejores condiciones. Que lo crean, es otro cantar. En cuanto a las turbas independentistas, seguramente Mas desearía soltar el lobo de la independencia y librarse de él, pero como el campesino tiene un gran problema: ¿lo entenderá la plebe engañada, manipulada y utilizada que se ha creído las falsedades inculcadas en escuelas y medios controlados por el nacionalismo?