Consumo
Moneda de vellón
El vellón es una aleación de cobre y de plata que sirvió de sustrato material para una de las monedas más populares en la España imperial: la blanca (equivalente a medio maravedí). En 1497, una blanca contenía 1,17 gramos de cobre y 0,03 gramos de plata. Debido a su bajo valor nominal, era especialmente utilizada por las clases populares, a las cuales de bien poco les servían los escudos de oro o los reales de plata (con un valor equivalente a 750 y 68 blancas, respectivamente). Justamente porque el vellón era el material más empleado por las clases populares, los gobernantes de la época se lanzaron a rapiñarlo para, de esa manera, parasitar a la ciudadanía. Así las cosas, Felipe II rebajó en 1566 el contenido metálico de la blanca hasta 1,031 gramos de cobre y 0,014 gramos de plata; en 1597, volvió a reducirla a 0,818 gramos de cobre y 0,003 gramos de plata; y finalmente, en 1603, Felipe III terminó disminuyéndola a apenas 0,41 gramos de cobre. Dicho de otra forma, en apenas un siglo, una moneda de vellón de 1,17 gramos de cobre y 0,03 gramos de plata se había convertido en una moneda con sólo 0,41 gramos de cobre: la diferencia (0,76 gramos de cobre y 0,03 gramos de plata por moneda) se la apropiaron íntegramente los distintos monarcas absolutistas decididos a sablear a la población. Fue precisamente contra este descarado robo contra el que sublevó el padre Juan de Mariana a sus 73 años de edad: en su último libro, «Tratado y discurso sobre la moneda de vellón» –publicado en 1609 y recién reeditado por el Instituto Juan de Mariana de la mano de Deusto y Value School–, el jesuita denunció el atraco que Felipe III estaba perpetrando contra la población. Con una inhabitual profundidad analítica, Mariana denunció hace ya 400 años que el envilecimiento de la moneda de vellón generaría inflación y que esa inflación no era otra cosa que un impuesto camuflado que el monarca imponía a los ciudadanos sin su consentimiento: «Son maneras disfrazadas de ponerles gravámenes y tributos, y desangrarlos y aprovecharse de sus haciendas». Mariana fue apresado y procesado por revelar una verdad que, tanto entonces como ahora, resultaba no sólo enormemente incómoda sino sobre todo revolucionaria. Por suerte, su obra vuelve a estar disponible para recordárnoslo: la inflación es un robo del gobierno.
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