Historia
Mujeres
Dicen que son el objeto favorito de las conversaciones de ciertos hombres. Ya puede imaginarse en qué sentido. También el Papa habla con frecuencia de la mujer, del genio femenino. La última vez que lo ha hecho ha sido el jueves recibiendo en el Vaticano a unas 900 superioras de diversas órdenes y congregaciones femeninas. En una animada conversación con ellas ha anunciado que vería con buenos ojos que las mujeres puedan ser diaconisas, como ya acontecía en la iglesia primitiva. No se trata, sin embargo, de una decisión tomada. Francisco se ha limitado a anunciar que creará una comisión de expertos para estudiar el tema y a la vista de sus conclusiones decidirá en consecuencia. Hace años, otro ilustre jesuita (ya fallecido) el cardenal Carlo María Martini, arzobispo de Milán, se pronunció a favor del diaconado femenino y en la última asamblea sinodal alguna otra voz arzobispal pidió que se estudiase el tema. En todo caso lo que ha estado siempre muy claro en la mente del Papa es que la Iglesia no puede permitirse el lujo de relegar a la mujer a papeles subalternos, en algunos casos cercanos a la servidumbre. En esa misma conversación con las religiosas, Bergoglio aseguró que había que implicar mucho más al sexo femenino no sólo en las consultas intraeclesiales sino también en el campo de las decisiones y que no veía inconveniente alguno en que una mujer dirigiese algún organismo de la curia romana. Como ya es habitual más de un alto dirigente curial ha fruncido el ceño ante dicha posibilidad. Es evidente para cualquiera que conozca un poco los ambientes vaticanos que en ellos sigue imperando una mentalidad machista y que el número de mujeres que ocupan puestos de cierta responsabilidad se cuentan con los dedos de las manos. El panorama puede cambiar si el Papa argentino decide meter mano en este asunto recreando el diaconado femenino; gesto que, por otra parte, disminuiría la distancia que separa a la iglesia católica de otras iglesias cristianas en las que la mujer es sacerdote e incluso obispo; una posibilidad, esta última, impensable en el catolicismo romano.
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