Enrique Lacalle
Navidad electoral
No sé qué es peor para la Navidad: los vientos del laicismo rencoroso o una campaña electoral. A pesar de que pienso votar a Rajoy –eso sí, con pinza de hierro para evitar la náusea, que diría un gran maestro del periodismo al que no cito por respeto a su intimidad–. Rajoy es un hombre trabajador y creo que eficaz, pero de «malaje» tiene para rellenar el mismísimo Guadalquivir. Si no te toca el gordo de Navidad, que de ser así lo compartes con Montoro, te dan las Navidades los resultados electorales. Ayer lunes fue el combate definitivo. Al menos nos libramos de encuestas interesadas hasta el domingo a las ocho de la noche. Que Dios y los electores repartan suerte para esta querida España. Pero no solo de elecciones viven la mujer y el hombre. Hay temas de los que muchos dicen que no tienen ni idea, pero que conocen como a su propia madre. El máximo ejemplo de lo escrito es Isabel Pantoja. Ya tiene el tercer grado pero, en principio, y a la espera de los recursos que sus abogados tienen puestos, la cantaora dormirá en prisión de lunes a jueves teniendo los fines de semana y festivos libres. Los planes de la artista, en principio, son pasar las Navidades en familia, tratando de aparcar tantos sinsabores.
Chequeo médico y empezar a colocar la voz. Un año en la cárcel y todos los otros dramas familiares, más una cajetilla de tabaco diario, no son la mejor receta para una voz. Además, con una edad estupenda pero no juvenil. Una vez que este importante tema esté resuelto, empezar la promoción del disco que grabó, compuesto y producido por Juan Gabriel, y que por su ingreso en prisión no se pudo estrenar.
Más tarde, si la voz y el tercer grado lo permiten, empezar una gira de conciertos. Isabel no volverá a ser la que era, al menos artísticamente, hasta que se enfrente por primera vez a su público desde un escenario, donde ha sido reina y señora durante muchos años.
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