Déficit autonómico
No condonen la deuda de las regiones
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, está estudiando aplicar quitas a la deuda de las comunidades. Se trataría de una iniciativa dirigida a aliviar la pesada carga financiera que arrastran muchos gobiernos regionales: sin ir más lejos, la Comunidad Valenciana mantiene unos pasivos autonómicos equivalentes al 41,5% de su PIB; Castilla-La Mancha, unos del 36,5%; Cataluña, unos del 35,5%; Baleares, unos del 30,9%, etc. Lo más llamativo, de hecho, es el rapidísimo ritmo al que estas obligaciones se acumularon durante la crisis: la Comunidad Valenciana las multiplicó casi por cuatro; Castilla-La Mancha las quintuplicó; Cataluña las triplicó; Baleares las cuadruplicó, etc.
Es decir, no sólo se trata de que las autonomías estén muy endeudadas, sino de que lo están especialmente a raíz de la crisis. En este contexto, la propuesta de Montoro podría parecer razonable: para apuntalar la recuperación y facilitar que los gobiernos regionales posean mayor margen de gasto, conviene aligerar sus deudas heredadas. Y, ciertamente, si el ministro de Hacienda tuviera el poder mágico de hacer desaparecer la deuda autonómica, sería una magnífica noticia que optara por hacerlo: ¿quién desearía mantenerse endeudado cuando exista la posibilidad de escapar de semejante servidumbre financiera? Sin embargo, Montoro no tiene el poder de hacer desaparecer definitivamente la deuda autonómica en manos del FLA: lo único que puede hacer es traspasársela al Gobierno central. A la postre, la Administración Central del Estado emitió su propia deuda pública (a través del FLA) para comprar la deuda pública emitida por las autonomías: el objetivo era que cuando las administraciones territoriales amortizaran sus pasivos con el FLA, éste obtuviera los fondos para pagar sus propias deudas. Pero si el FLA les condona a las autonomías sus obligaciones financieras, entonces tendremos que ser todos los españoles quienes hagamos frente a la deuda del FLA. Y ésta es justamente la cuestión: Montoro pretende mutualizar la deuda de todas las autonomías por la vía de condonarles sus obligaciones. En lugar de que los valencianos, catalanes o castellano-manchegos paguen su deuda, todos los españoles lo haremos. De esta manera, los ciudadanos de aquellas autonomías que se comportaron más irresponsablemente durante la crisis recibirán un subsidio de los ciudadanos de aquellas otras que obraron de manera más austera y evitaron sobreendeudarse. No a la socialización de deuda: que cada palo aguante la vela de su responsabilidad financiera.
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