Elecciones Generales 2016
No más lunes al sol
Media España de la que ayer domingo acudía a las urnas se marcha esta semana de vacaciones. Nos esperan dos meses estivales en los que hay un colectivo, los dirigentes de los principales partidos, que no puede permitirse el lujo de perder un solo día en la tarea de recuperación de la asignatura suspendida tras el 20 de diciembre, la del pacto, la cesión y la negociación frente al veto y la línea roja. Nuestros políticos se quedan sin vacaciones y este «día después» lunes 27, sólo puede y debe ser la constatación de que se pondrán –esta vez sí– a la tarea para que España deje de vivir más «lunes al sol» sin gobierno ni diálogo.
Resulta curioso, pero por primera vez en nuestra historia democrática, la solución al dilema de quién puede acceder a la Moncloa dependería tras estos comicios de quien quedaría segunda fuerza, más allá de cuál fuese el partido ganador. La suerte de Sánchez puede determinar –qué cosas– la de Rajoy. El resultado electoral de ayer viene a confirmar que el hecho de que el bipartidismo –por si todavía quedaba alguna duda– esté tocado tal y como lo veníamos entendiendo desde hace décadas, no significa que la bipolarización izquierda-derecha esté también de capa caída, más bien todo lo contrario. Los bloques ideológicos quedan más que definidos aunque ninguno de ellos consiga una mayoría absoluta y este capricho o quizás no tanto de la aritmética es el que obliga a todos –a algunos más que a otros– a una demostración de altura de miras.
No hay «sorpasso», Sánchez para el golpe, Rivera pasa a ser menos decisivo que en diciembre y Rajoy da un puñetazo de autoridad volviendo a ganar unas elecciones y sacando 50 escaños al segundo y eso va a pesar, salvo que queramos unas terceras elecciones o una experiencia de todos contra el ganador a la portuguesa.
Ya no es tan previsible un pacto derivado de nuevas «sonrisas del destino» y otras exigencias insultantes para la parroquia socialista, ahora es harto difícil un proceso que dé con un pacto de las izquierdas y un Gobierno de duración tan imprevisible como sus consecuencias. El resultado de ayer, con una ciudadanía que demostró que los equivocados eran sus políticos y no ella, ya no da lugar a políticas de salón.
El martes 19 de julio se constituirán las nuevas Cortes tras una legislatura casi «no nata». Puede que el mismo miércoles 20 el Rey inicie sin tiempo que perder la ronda de consultas y agosto puede ver una primera y puede que frustrada intentona de investidura. Viviremos negociaciones marcadas por los cortes de digestión veraniegos y los desvanecimientos por golpes de calor, pero no queda otra, aguardan el ajuste de ocho mil millones que exige la renqueante UE, el fin de la sangría de empresas que huyen de Cataluña, un pacto de Estado por la educación, la amenaza yihadista que nos mantiene en alerta máxima, cuatro millones de parados y una posible reforma constitucional en ciernes. No más lunes al sol de julio y agosto.
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