Violencia de género
No matarás
El quinto mandamiento tan infringido. Porque, aunque no sabemos si desde el principio, siglos hace que la violencia está en nosotros a flor de piel. Unos la tienen más que otros. Todos, en un acto de conciencia humana, podemos dominarla, someterla a nuestra inteligencia. Es complicado, el resorte salta cuando menos lo esperas. Sin embargo, hay un elemento primordial para conseguirlo: querer. Desear con profunda convicción pertenecer al universo de los pacíficos. La recompensa es grande, y parecida a cierta felicidad. Pero, ¿cómo se ejerce este deseo en un mundo que establece sus valores en la posesión de bienes y poder? Creo que existen resquicios para huir de la quema de la violencia. El desarrollo de la conciencia es el primordial. Querer saber qué hay dentro y fuera de uno. Observar con todos los sentidos. Acercarte al espíritu, la poesía y el arte. Ejercer la empatía. No es fácil, no nos enseñan a ponernos en el lugar del otro. Pero es posible y tiene un efecto maravilloso en las relaciones. Mientras estás haciendo el intento de comprender no agredes y aparecen las preguntas. Querer ser una persona de paz, supone renunciar a ciertos privilegios. Darse cuenta de que las ventajas injustas son lacras para quién las posee. En una sociedad igualitaria habría menos violencia. En una sociedad así las relaciones hombre-mujer harían más dichosas a las parejas. Porque, estoy segura, de que la violencia en el hogar es el peor de los infiernos para ambos. Pero ellos, enfermos sociales, son los que matan. Y ellas callan para siempre. Ocho mujeres están en huelga de hambre en la plaza de Sol de Madrid para clamar el no matarás. Y para hacer clamar a todos esos que, cómplices, callan. Vamos.
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