Restringido

No pasarán

La Pasionaria de la derecha española ha recibido el encargo de evitar que Madrid capital caiga en manos de la izquierda después de más de dos décadas de gobiernos del PP. Lo de llamar pasionaria a Esperanza Aguirre tiene que ver con dos cosas. En primer lugar, que su lema podría ser el que utilizaba Dolores Ibarruri durante la Guerra Civil. Aquel «no pasarán» que ha llegado hasta nuestros días como un icono de la llamada defensa de un Madrid del que el Gobierno de la República había salido por piernas para refugiarse en Valencia mientras en la capital comunistas y anarquistas detentaban el poder. Algo que conviene precisar para los amantes de la memoria histórica que sólo quieren recordar desde el sectarismo. El nuevo «no pasarán» no tiene nada que ver con las armas sino con las urnas, que es donde Aguirre puede prolongar en al menos otros cuatro años la permanencia de los populares en el Palacio de Cibeles. Las encuestas más serias así lo pronostican con un margen de error bastante más pequeño que si Rajoy hubiese optado por un candidato nuevo, sin experiencia, como ya hizo en el caso de Juanma Moreno, que el día 22 se enfrenta a un reto imposible y al que se le está apoyando ahora con toda la artillería después de haberle dejado más solo que la una durante meses y meses. La segunda cuestión para utilizar el adjetivo con el que se conocía a Ibarruri es que Esperanza Aguirre es todo pasión. No deja indiferente a nadie y eso, ahora en que el PP necesita despertar a los suyos después de años de letargo, cuando no de cabreo, ha pesado y mucho en el ánimo de un Rajoy que quiere llegar a las generales de noviembre conservando algunos de sus feudos tradicionales como red de seguridad para repetir como inquilino de La Moncloa. Aguirre puede ganar y gobernar Madrid salvo que la guerra interna por el poder en la propia organización madrileña no frustre su candidatura. Sería una insensatez de proporciones cósmicas.