Iñaki Zaragüeta

Nuestro valedor, el Rey

Una vez más ha quedado demostrada la eficacia del Rey Don Juan Carlos en las relaciones exteriores de España. Si no, que se lo pregunten a Antonio García Vidriel, el camionero sevillano que cumplía cuatro años de condena en una cárcel de Tánger (Marruecos) por tráfico de drogas y que ayer llegó a nuestro país para ingresar en una penitenciaría que, comparada con las de nuestros vecinos sureños, la sentirá como hotel de lujo. Todo ello gracias al excelente trato que se dispensan nuestro Monarca y su homólogo alauí, que se amplía a los gobiernos respectivos.

Mohamed VI ha sido sensible a la intercesión de Don Juan Carlos y a los serios problemas de salud de García Vidriel a pesar de que éste no estuviera incluido en la relación de las 48 presos indultadas por el mandatario marroquí. Evidentemente, este camionero merecía la medida de gracia bastante más que el pederasta Daniel Galván, cuya pena de 30 años de prisión fue condonada, al parecer por equivocación, por el rey alauí y que causó la indignación de diferentes organizaciones y muchos ciudadanos de aquella nación, provocando la revocación del indulto, aunque lamentablemente no tendrá el efecto de devolverlo. No obstante, todas las personas de bien deseamos que el depravado delincuente sea reo de la Justicia española como consecuencia de la denuncia presentada por un padre de cuya hija presuntamente abusó cuando tenía cinco años. Se trata de una de las mayores atrocidades que alguien puede cometer al tratarse de los seres más indefensos, los niños. Nos encontramos ante un error que no puede conllevar el error de olvidarlo. Así es la vida.