Alfonso Ussía
Nueve mil y...
En lo que llevamos de año cumplido, se han celebrado en Madrid más de nueve mil manifestaciones callejeras. Aquella ilusión de crear un «manifestódromo» se ha desvanecido. No serviría para nada. Un «manifestódromo» que se precie, puede albergar una o dos manifestaciones por jornada, no un centenar de ellas. Lo curioso del caso es que más del 90% de los madrileños o residentes en Madrid reconocen no haber participado en manifestación alguna. O han venido de otros lugares o los que se manifiestan en Madrid se dedican exclusivamente a dar la lata a los demás. En la Villa y Corte ha nacido una nueva –y espero que productiva– profesión. La de manifestante.
A esas nueve mil manifestaciones hay que sumar las aglomeraciones ciudadanas inducidas por «los Dias de...». Dia de la Bicicleta, Día del Orgullo Gay, y demás días de vital importancia. Por fortuna, entre los profesionales de las manifestaciones hay problemas de agenda. Si el feminismo fundamentalista se hubiera manifestado ante la mezquita de la M-30 cada vez que es lapidada, torturada o ejecutada una mujer musulmana por ejercer su derecho a la libertad sexual, las manifestaciones habrían superado la barrera de diez mil. Y si las diferentes agrupaciones de «gays» se hubieran reunido ante la mezquita de la M-30 para protestar por cada homosexual ejecutado en los países islámicos por el simple hecho de serlo, las doce mil manifestaciones no nos las quitaba nadie. El problema es el de la agenda. –Mañana lapidan hasta la muerte a una mujer en Teherán por tener un novio que no le gusta a su familia–; –lo siento, no podemos ir. Nos comprometimos hace meses en manifestarnos en la Puerta del Sol para exigir a la Comunidad de Madrid que se autorice la venta de condones sostenibles en las puertas de las iglesias–.–Lo comprendemos. Pero no os olvidéis de recalcar el matiz. Que sean condones sostenibles–; –por supuesto–.
Los de Al Qaeda fusilan a mil quinientos iraquíes. ¿Se manifiesta alguien contra Al Qaeda? No. Hay problemas de agenda. Coincide la fecha con la manifestación, ya convocada y autorizada, en la que se solicita la concesión de la nacionalidad española a los supervivientes de las Brigadas Internacionales. ¿Cuántos quedan? –Diecisiete–. –Es impresionante. Y la culpa la tiene Aznar, que no quiso saber nada de ellos en sus ocho años de Gobierno. El mensaje será «¡Aznar, dimisión!»–; –creo que dimitió en 2004–; –entonces «¡Aznar, asesino!»–. –Eso queda mejor–.
Madrid es grande. No de extensión, sí de paciencia. Los madrileños nacidos y adoptados en el Foro sabemos soportar todas las molestias producidas por tan diversas manifestaciones. En Cataluña y las provincias vascas las manifestaciones son numerosas, pero monotemáticas. «Presoak Kalera» y «Derecho a decidir». En Madrid cualquier justificación motiva a una muchedumbre. Hace veinte años, se reunió en el Parque del Buen Retiro una considerable masa para exigir al Alcalde de Madrid – Álvarez del Manzano–, que los perros sueltos no atacaran a las ardillas. «¡Sí a las ardillas, Manzano criminal!». El Alcalde prohibió que los perros deambularan libres por el Retiro. Entonces se manifestaron los dueños de los perros. «¡Libertad para los perros, Manzano carcelero!». Hoy, veinte años más tarde, ignoro en que ha quedado la cosa. Creo que viven muchas ardillas en El Retiro y que los perros, más que menos, se mueven en libertad.
Nueve mil manifestaciones y llevamos menos de seis meses culminados. En verano descienden las convocatorias. Eso, el calor, las vacaciones y el merecido descanso. Un descanso de izquierdas, eso sí, sostenible.
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